" CDC renuncia a la fusión con Unió, pero exige un nuevo marco incontestable

Convergència Democràtica (CDC) ha aceptado a regañadientes la imposibilidad de fusionarse con sus socios de Unió Democràtica (UDC). Como alternativa, el partido de Jordi Pujol exigirá a los democristianos que el nuevo protocolo de relaciones que debe aprobarse en los congresos de otoño sea un pacto sin retorno, incuestionable al menos hasta 2010, condición expresa que Josep Antoni Duran Lleida deberá aceptar si quiere aspirar al liderazgo de CiU.

Los dos partidos de la coalición nacionalista han aparcado de momento el debate sobre el futuro candidato a la presidencia de la Generalitat en las elecciones de 2003. Pero no así las discusiones sobre cómo deberá regirse la coalición a partir de los congresos que ambos partidos celebrarán en otoño, Convergència en noviembre y Unió en diciembre.Los democristianos se oponen taxativamente a unificarse con Convergència y así se lo han transmitido a los dirigentes de CDC. Decisión que al final ha acabado por aceptar la cúpula convergente, a pesar de la oposición de alguno de sus líderes, como el consejero de Economía y futuro secretario general, Artur Mas, quien apuesta por la fusión de ambos partidos.

Unió y Convergència reconocen que el protocolo que ha regulado la coalición durante los últimos 20 años se encuentra en un callejón sin salida, que el reparto de cuotas de cargos -75% para CDC y del 25% para UDC- podía aplicarse en los comienzos de CiU, pero no tras dos décadas de convivencia en común y en pleno pospujolismo.

Las posiciones de partida permanecen enfrentadas. Por una parte, Convergència pretende trabar de tal modo las relaciones con sus socios que éstos no puedan dar marcha atrás una vez aprobado el protocolo, cuya vigencia debería abarcar, a su juicio, al menos hasta el año 2010, tal y como figura en el programa Catalunya, horitzó 2010, firmado el pasado verano. Con ello evitarían hasta aquella fecha una más que indeseada escisión. Pero además CDC exigirá a UDC el cumplimiento de esta condición si algún día Josep Antoni Duran Lleida quiere disputar el liderazgo de CiU a Artur Mas, el aspirante de la familia convergente.

En la otra orilla se sitúa Unió. Los democristianos están de acuerdo en reformar el protocolo de funcionamiento de la coalición, pero manteniendo a toda costa la autonomía de ambos partidos. En caso de crisis siempre les quedaría una escotilla abierta para abandonar el barco. Pero la carrera por la sucesión de Pujol, comentan en Unió, debe librarse en igualdad de condiciones, porque Artur Mas parte con clara ventaja por proceder del partido mayoritario. Precisamente, el consejero de Economía reivindica que el nuevo líder debe surgir de Convergència, el partido con más implantación territorial y mayor número de militantes.

Los dirigentes de Unió han repetido siempre que un partido con 69 años de historia no puede evaporarse de la noche a la mañana. El secretario general de CDC, Pere Esteve, abundó ayer en esa idea: "La fusión de los dos partidos significaría la desaparición de ambos", y apostó por buscar un marco de relaciones mucho más sólido. "Para que nuestra coalición tenga solidez en el futuro", afirmó en declaraciones a RTVE, "ha de tener un instrumento de relación sólido, y por lo tanto no podemos seguir con el sistema de cuotas. ¿Qué nombre y qué estructura daremos a esto? Hay que hablarlo".

Las fórmulas para consolidar CiU pueden ser varias. Por ejemplo, una federación de partidos al estilo de Iniciativa o Izquierda Unida, con unos consejos nacionales unificados y un órgano de dirección coligado con representación paritaria de ambos partidos. No obstante, Convergència exige que la unificación de los órganos afecte tanto a la cúpula de la coalición como a las bases, es decir, a las asambleas locales y comarcales. Unió, de momento, no pondría objeción a esta propuesta.