Laura Mañá debuta con una película buñueliana sobre una prostituta "santa"
Sin más bagaje que un corto, aunque consagrada como actriz, Laura Mañá sorprendió ayer con una propuesta insólita, Sexo por compasión, una película en la que fábula y voluntad de discurso se dan la mano, a pesar de algunas vacilaciones lógicas en una primeriza. El estreno del documental Los Picassos negros, de la cubana Julia Mirabal, permitió que un descendiente cubano del abuelo de Picasso visitase la casa natal de su familiar más famoso. Laura Mañá (con blusa blanca) junto a algunos de sus actores, durante la presentación de Sexo por compasión (J. Rojas).
Sexo por compasión (horroroso título sobre el que deberían meditar sus responsables) parte de un relato previo de Mañá, llamado Puta por compasión. Narra la azarosa y más bien irónica peripecia de una mujer tan buena que merecería la santidad en vida, Lolita (Elisabeth Margoni), que por hacer el bien, y tras haber sido abandonada por su marido, decide ayudar a un sufriente esposo cornudo... acostándose con él. Es el origen de una cadena de obras de caridad similares que dará a su desvencijado pueblo un equilibrio afectivo envidiable.
Tan buñueliano arranque se completa, además, con un rodaje en México, una voluntaria confusión de acentos entre los actores que viene muy bien para subrayar identidades culturales y religiosas comunes, y con un conflicto religioso agudizado por la presencia de un cura que se horroriza ante la santidad de su feligresa.
No se hurta Mañá a la posibilidad de sufrir incluso airadas críticas, puesto que es el suyo un discurso provocador, al que su posmodernismo militante le lleva a relativizar cualquier valor moral. Para ser redondo le falta un punto de mala uva, como si la estructura de fábula que emplea para su discurso le empujara irremisiblemente hacia el final feliz.
También se echa en falta una mayor concreción narrativa en un comienzo del filme vacilante y en exceso lento y discursivo. Pero contiene jugosas reflexiones sobre el bien y el mal, sobre la moral sexual y sobre lo terrible que puede llegar a ser la bondad vivida en la más absoluta inocencia.
La propia directora reconoció tras el pase de su película -que se estrenará en España el 16 de junio- que ella hubiese preferido haber rodado un final alternativo con el suicidio del cura del pueblo. En cualquier caso, evitó Mañá autojustificarse. "He hecho la película que quería, y si la he rodado así es porque así sabía hacerla; sólo cambiaría pequeños detalles técnicos", apuntó ayer.
La realizadora y actriz admitió influencias del realismo mágico suramericano y remitió a su libro de cuentos no publicado, Paranoias de gente corriente, para comprobar en qué medida el eco de autores como Gabriel García Márquez estaba presente en su literatura. Mañá recalcó que su intención era hacer una fábula sobre la sutil línea que separa lo bueno de lo malo, sobre el amor y la dificultad de juzgar a los demás.
En un reparto donde se encuentran actores españoles como Pepe Sancho, Álex Angulo o Pilar Bardem y otros tantos mexicanos, la elección de la protagonista fue la parte más delicada. "Yo tenía claro que debía ser un ángel, la mujer más bonita del mundo; una especie de Marianne Sagebrecht (v. Bagdad-Café) pero latina", dijo Mañá.
La elegida resultó ser la actriz francesa Elisabeth Margoni, cuyo acento obligó a doblarla, en una decisión que supuso más de un quebradero de cabeza a la directora. "Yo soy cristiana y católica, mi segundo nombre es María Magdalena; pero han sido dos meses de rodaje con mucho amor, ¿no veis el aura que me rodea?", bromeó Margoni con los periodistas.
Ya que parece que las críticas vertidas hacia la organización comienzan a hacer efecto y los periodistas vuelven a ser invitados con mimo a las fiestas nocturnas , las películas y los actos paralelos vuelven a tomar todo el protagonismo. El día de ayer supuso el estreno europeo del documental Los Picassos negros, un trabajo de la realizadora Julia Mirabal para la televisión cubana sobre los descendientes negros del abuelo de Picasso en la isla caribeña.
El documental es un trabajo periodístico que rastrea los descendientes de Juan Francisco Picasso Guardeño, abuelo de Pablo Picasso, quien marchó a Cuba en 1867 a hacer fortuna y allí se casó con una negra liberta dejando cuatro hijos de descendencia.
Uno de los bisnietos del aventurero, Ramón Picasso, radiólogo de profesión, ha acompañado a Mirabal a Málaga a encontrarse con el rastro y la casa natal de su tío. "Lo más asombroso es cómo me recuerda Málaga a muchas ciudades cubanas", dijo ayer Ramón Picasso.
Un cachito de HollywoodH. M, Málaga
Glamour, lo que se dice glamour, no es que sobre en las calles de Málaga que rodean el Teatro Cervantes, pues ya se sabe que los malagueños van más de producir figuras que de fascinarse con ellas. Al cabo, el star system del cine español anda aún en fase de obras. Sin embargo, hasta Málaga se ha desplazado un cachito de Hollywood, aunque sea en carne de guionistas y directores. Desde mañana y hasta el sábado, de la mano de la SGAE, dirigirán sendos talleres los guionistas Scott Alexander (Man of the moon) y Edward Pomerantz (Caught) y los directores Randal Kleiser (Grease) y Jonathan Lynn (El juego de la sospecha). Parece que eligieron Málaga por el sol y la playa, que la organización ha excluido demasiado de su oferta.
Babelia
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