El jefe del Ejército de Fiyi destituye al presidente e impone la ley marcial
La crisis política de Fiyi alcanzó ayer un punto de inflexión al tomar el poder el jefe del Ejército, comodoro Frank Bainamarama, quien destituyó al presidente e impuso un toque de queda en el archipiélago del Pacífico. Bainamarama dijo intervenir, contra su voluntad y de forma circunstancial, para devolver la paz y la estabilidad al país, traumatizado por el secuestro desde el pasado día 19 del anterior primer ministro, Mahendra Chaudhry, por George Speight, un empresario fiyiano con pasaporte australiano que se opone al dominio que la minoría de origen indio ejerce en Fiyi.El nuevo hombre fuerte de Fiyi anunció, en inglés y en fiyiano, que se veía obligado a tomar el poder ante la triste situación en que se encontraba el país, paralizado por la captura y detención en el Parlamento de Chaudhry y otras 30 personas y por la infructuosa intervención en la crisis por parte del presidente Ratu Sir Kamisese Mara, quien el sábado destituyó al Gobierno rehén de Speight y asumió sus poderes en un intento de quitar valor político a los cautivos.
Speight, al frente de media docena de hombres armados, insistió en guardar su presa y reiteró las razones de su golpe del pasado día 19: una reforma constitucional que prive de ascendiente político a la minoría india, que por primera vez había llegado a la jefatura del Gobierno con Chaudhry.
Bainamarama anunció un toque de queda de 24 horas, la imposición de la ley marcial y la creación de una junta militar. Al parecer, los militares lograron antes la dimisión del presidente Mara, impotente para resolver el desafío de Speigh y preocupadao por la suerte que pudiera correr su hija, ministra de Turismo e integrante del grupo de rehenes.
El pasado fin de semana, Suva, la capital, vivió escenas de violencia, con disparos que el sábado causaron heridas a un periodista y dos soldados y el domingo costaron la vida a un policía en el asalto de las turbas pro Speight a una emisora de televisión.
Speight, un hombre popular y empresario fracasado, se mantiene fuerte en el Parlamento, cercado por soldados que no permiten que los civiles fiyianos que comparten sus ideas y prejuicios antiindios le proporcionen más apoyos humanos. Los enfrentamientos del sábado se produjeron entre unos 200 civiles y un retén de soldados que les cortó el paso de camino al Parlamento. A raíz de ese choque, Speight dijo que el Ejército no tenía ningún papel que jugar en esta crisis, pero ahora deberá pensar otra cosa.
La intervención de Bainamarama cambia radicalmente el panorama, si bien Speight ha conseguido dos de los objetivos que se había marcado: la desaparición del Chaudhry y de Mara. Queda por ver cómo resuelve el problema el Ejército, solidario con las ideas propugnadas por Speigth, pero no con su métodos.
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