Noche y sueños
En el descanso del recital anunciaron por megafonía que el joven tenor británico Ian Bostridge sufría un resfriado de origen alérgico. Se había percibido especialmente en An die Leier por motivos puramente físicos y en Erlkönig por insuficiencia dramática. Bostridge, la verdad, no tenía buena cara: ojos saltones, ojeras acusadas. Con su voz de ensueño, su elegancia melódica, su refinamiento, trataba de imponerse a la adversidad. Y en muchos, muchísimos momentos lo conseguía. No fue un recital memorable, pero se vislumbró que podía haberlo sido.Bostridge es un cantante culto. No solamente por sus estudios de historia y filosofía en las universidades de Cambridge y Oxford, sino especialmente por la forma de acometer el canto -intelectual, matizado, exquisito- y hasta por la confección de los programas, en esta ocasión Schubert y Wolf, uno en cada parte.
Ciclo de Lied
Ian Bostridge (tenor); Julius Drake (piano). Obras de Franz Schubert y Hugo Wolf. Fundación Caja Madrid. Teatro de la Zarzuela, 28 de mayo.
La expresividad de Bostridge no procede tanto de su teatralidad gestual, sino más bien de la concentración desde la palabra. Es, por así decirlo, más poético que prosista, más sutil que elocuente. Todo ello conduce inevitablemente a la intimidad -no al intimismo-, al recogimiento, incluso al sosiego. Sin concesiones inmediatas, desde la inteligencia.
Está, además, su faceta, llamémosla, seductora. La aparente fragilidad, el aire quebradizo va bien a un romanticismo que persigue la noche y los sueños, y encaja a la perfección en el mundo de Wolf, un mundo, como agudamente dice Santiago Martín Bermúdez en el programa de mano, "en el que siempre nos espera lo insólito", porque Wolf "arranca al texto una sonoridad sorprendente", adjudicando al poema "una correspondencia que no se deriva del texto, sino que lo ilumina".
Encantamiento
La compenetración entre Bostridge y su pianista Julius Drake en los lieder de Wolf sobre textos de Mörike fue determinante para conseguir un clima de oración, de amores insaciables, y, en suma, de encantamiento a partir de una fuerte dosis intelectual.
Con vaivenes e irregularidades fue, en cualquier caso, un recital de gran interés. Bostridge es un tenor en el que se conjuga sensibilidad y pensamiento, literatura y música, melancolía y estremecimiento.
Babelia
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