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El desfile de Barcelona moviliza a miles de catalanes a favor y en contra del Ejército

Pujol fue abucheado por el público cuando abandonaba la parada militar de Montjuïc

El primer desfile celebrado en Barcelona en los últimos 19 años polarizó ayer la ciudad. Unas 20.000 personas, según la Guardia Urbana, acudieron a Montjuïc para presenciar la parada militar presidida por los Reyes. Parte de los asistentes despidieron con un fuerte abucheo al presidente catalán, Jordi Pujol, al término del acto castrense. Mientras tanto, unas 30.000 personas, según los Mossos d'Esquadra, participaron en la fiesta convocada por una plataforma de entidades contrarias al desfile. El enfrentamiento de grupos radicales con la policía se saldó con nueve detenidos y tres heridos leves.

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Los asistentes a la celebración del Día de las Fuerzas Armadas recriminaron sonoramente a Pujol la ambigüedad que ha mantenido en las últimas semanas sobre el desfile. Ya a su llegada a la tribuna instalada en la Avenida Rius i Taulet, al pie de las fuentes de Montjuïc, se escucharon silbidos aislados, mezclados con aplausos y apagados por el toque de una corneta.Pero fue al término del acto, en el momento en que se marchaba en su coche oficial, identificado por una bandera catalana, cuando desde una de las tribunas de invitados se inició un fuerte abucheo al que se sumó buena parte del público. El consejero de Interior, Xavier Pomés, aseguró después que la bronca contra el presidente de la Generalitat "estaba programada y ya sabíamos que se iba a producir". No obstante, le restó importancia, afirmando que se trataba de "una muestra de la libertad de expresión" y que soportarla "entra en el sueldo de los políticos".

Pomés afirmó que la actitud de Pujol durante el desfile no sólo había sido "institucionalmente correcta, sino también cordial", una apreciación en la que coincidió el ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, quien la calificó de "impecable". Trillo-Figueroa también reiteró que el de ayer fue el último desfile: "No porque lo diga yo, sino porque es lo que se previó en la legislación que regula la Fiesta Nacional y el Día de la Fuerzas Armadas".

No obstante, la frialdad de Pujol en un acto en el que era la primera autoridad civil del Estado resultó patente. Permaneció apenas media hora en la recepción celebrada a continuación en el Palacete Albéniz y se marchó sin esperar a que lo hiciera el Rey contra lo que dispone el protocolo. La representación de CiU en la celebración fue exigua. Además de Pujol y Pomés, acudieron el consejero de Gobernación, Josep Antoni Duran Lleida, el presidente del Parlament, Joan Rigol, el alcalde de Tarragona, Joan Miquel Nadal, y su portavoz en el Congreso, Xavier Trias.

Por el contrario, los socialistas se volcaron. Además del alcalde, Joan Clos, acudieron, entre otros muchos, su candidato a la presidencia de la Generalitat, Pasqual Maragall, cuya plataforma de apoyo en las pasadas autonómicas (Ciutadans pel Canvi) difundió un manifiesto contrario al desfile. José Borrell también asistió a los actos, al igual que los alcaldes socialistas de L'Hospitalet de Llobregat, Celestino Corbacho, y Cornellà, José Montilla, e incluso Isidre Molas, portavoz de la Entesa Catalana de Progrés, grupo del Senado en el que están incluidos Esquerra Republicana de Catalunya e Iniciativa per Catalunya-Verds.

También asistió una nutrida representación del PP catalán, encabezada por su presidente, Alberto Fernández, y el vicepresidente del Parlamento europeo Alejo Vidal-Quadras. En la tribuna presidencial, junto a los Reyes, el Príncipe de Asturias y los Duques de Palma, los únicos miembros del Gobierno, además del titular de Defensa, fueron los dos ministros catalanes: el de Exteriores, Josep Piqué, y la de Ciencia y Tecnología, Anna Birulés.

Desde primera hora de la mañana una riada de público fue llegando a la falda de Montjuïc, acordonada por la Policía, que registraba a quienes entraban en el recinto. Reservados a los invitados los 1.200 asientos de las tribunas, la multitud se aglomeró de pie a lo largo de los 1.300 metros de avenida que recorrió el desfile.

Algunos de los asistentes exhibieron banderas españolas, mientras que no se vio ninguna catalana, salvo una independentista colgada en un balcón. Fue un contrapunto para el desarrollo del acto, concebido en algunas de sus secuencias como una exaltación de patriotismo español. El izado de la bandera o el homenaje a los que dieron su vida por España fue comentado por megafonía con frases sobre la "gloriosa tradición" del Ejército o a su amor por una única bandera: la española.

Estaba previsto que también la senyera estuviera presente a través de la patrulla acrobática Águila, que la dibujaría en el cielo con sus estelas de humo. Sin embargo, la presencia de nubes bajas obligó a suspender el desfile aéreo -como ya sucedió en Madrid el pasado 12 de octubre- y con él su única manifestación autonómica.

TVE grabó el desfile pero no lo emitió en directo ni facilitó la señal a otras cadenas hasta que hubo terminado sin incidentes.

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