El imprescindible que jamás volvió
Kiko por encima de todo y de todos. Nadie concita más atención en el Atlético que el jerezano. Y no tanto por parte de los medios de comunicación, que se han limitado a reflejar que su concurso es duda, que se disputa un puesto con Solari en el once inicial, y que podría irse cedido al Málaga a cambio de Catanha -"Kiko se queda", dejó claro Gil ayer-. Alrededor de Kiko se mantiene un áurea de difícil justificación. Da igual que acabe de salir de una lesión, de una rotura fibrilar. Si está bien, que lo está, jugará. Como si de un tótem se tratara, su figura adquiere una importancia capital de cara a una afición que no ha dejado una sola entrada sin comprar y que llegará en masa a Valencia. Una afición que ha arrojado su ira contra la mayoría de jugadores, con Valerón y Santi a la cabeza. Pero no contra Kiko.Kiko es otra cosa. Lo mismo da que la estadística arroje un dato hiriente para el jerezano. Reapareció tras ser operado de ambos tobillos el día 22 de diciembre y desde entonces ha disputado 20 partidos de Liga, en los que su aportación goleadora ha resultado peor que escasa. Cero goles adornan su casillero y sólo se recuerda que de sus botas saliera un pase de gol, culminado por Aguilera en Vallecas. Aquel día, en la jornada 20, la afición se sintió feliz. "Ha vuelto Kiko", pensaron muchos. Pero Kiko, más allá de su presencia física, jamás volvió.
Fernando Zambrano, el nuevo técnico rojiblanco, estuvo ayer reunido durante más de una hora con él. En el entrenamiento, Kiko volvió a lucir el mismo color de peto que Hasselbaink. Conclusión, si quiere, juega. Seguro.
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