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Clinton logra que el Congreso apruebe la ley de comercio con China con el apoyo republicano

El camino hacia la plena incorporación de China en el sistema económico mundial fue despejado anoche en Washington. Por 237 votos a favor, la mayoría de congresistas republicanos, y 197 en contra, la mayoría demócratas, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó la histórica ley que normaliza las relaciones comerciales de la primera potencia del planeta con el gigante asiático. Fue una gran victoria para Bill Clinton y sus aliados en este pulso, los republicanos y las grandes empresas. Derrotados quedaron la izquierda demócrata y los sindicatos norteamericanos.

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Una asociación estratégica con el país más poblado del mundo

Los republicanos, próximos a las grandes empresas y más entusiasmados con la idea de hacer negocios en el gigante asiático, cumplieron anoche en la colina del Capitolio. Apostando por la idea de Clinton de "construir un futuro común con China", las fuerzas conservadoras aportaron 164 de los 237 votos favorables que obtuvo la ley de normalización de las relaciones comerciales con el país más poblado del planeta (ley conocida como PNTR). Entres los demócratas, más vinculados a sindicatos y grupos de derechos humanos y reticentes a situar a China en pie de igualdad con Japón y Europa, votaron a favor de la ley 73 congresistas y en contra 138. La aprobación de la ley por la Cámara de Representantes es "un gran paso para la construcción de un mundo mejor y más seguro", declaró Clinton minutos después de la votación parlamentaria. El deshielo en las relaciones de EEUU y China ha sido el gran objetivo estratégico de la segunda mitad de la presidencia de Clinton. Paradójicamente, el gran paso en esa dirección dado anoche, que constituirá uno de los pilares del legado de Clinton, fue obtenido con el apoyo de las mismas fuerzas conservadoras que procesaron y juzgaron al político de Arkansas por el caso Lewinsky.

La aprobación de la ley por las dos Cámaras del Congreso era imprescindible para que Pekín entre en la Organización Mundial de Comercio (OMC), como ya ha pactado con los Ejecutivos de Washington y Bruselas. Dado que es prácticamente seguro que el Senado aprobará la ley el mes próximo, el gran escollo era la Cámara de Representantes. Pero desde anoche el camino está libre. Desde 1979, EEUU ha intercambiado bienes y servicios con China sobre unas bases muy provisionales. Cada año la Casa Blanca y el Congreso debían estudiar si las condiciones políticas y sociales de China la hacían merecedora de la condición de socio de EEUU.

La aprobación de la ley PNTR elimina esa ardua y siempre polémica revisión anual y concede a China el mismo estatuto y las mismas tarifas aduaneras que Japón, la Unión Europea y muchos otros países del planeta. Dos de cada tres congresistas demócratas se opusieron a la ley, propuesta por su correligionario Clinton, con el argumento de que sólo sirve a los intereses de las grandes empresas, deseosas de invertir en una China no democrática, con bajos salarios, duras condiciones laborales y escasa preocupación por el medio ambiente. Citando los cálculos sindicales, esos demócratas afirmaron que la normalización del comercio con China se traducirá en la pérdida de más de 800.000 empleos en EEUU.

Teniendo garantizado el apoyo de la mayoría de los congresistas republicanos, Clinton consagró la jornada de ayer a presionar a sus correligionarios demócratas. Según informó su portavoz, Joe Lockhart, pasó horas sin despegarse del teléfono en el Despacho Oval. Uno por uno llamó a los parlamentarios demócratas todavía indecisos. Citando el ejemplo del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Canadá y México, les aseguró que el comercio con China no se traducirá en paro en EEUU. Y añadió que la llegada masiva de inversiones y productos norteamericanos contribuirá a reforzar en China a las fuerzas partidarias de la democracia.

A esos argumentos teóricos, Clinton añadió ofertas concretas para cada congresista demócrata. A cambio de sus apoyos a la ley sobre China, uno podría obtener que el Gobierno declare zona catastrófica su distrito electoral; otro, una inversión federal en las escuelas de su área; un tercero, ventajas fiscales para sus electores del mundo agrícola. El tejano Martín Frost confirmó que solo se inclinó a favor de la ley cuando Clinton le prometió el mantenimiento de una factoría militar en Grand Prairie.

Como manda la tradición estadounidense, ese tipo de regateos (horse trading en el argot de Washington) formó parte del último empuje a favor de la ley. Pero también China participó en el juego. Varios congresistas afirmaron ayer que su apoyo de último minuto a la ley llegó cuando se supo que Pekín acepta levantar su prohibición de importar tabaco norteamericano, vigente desde hacía 11 años.

Desde su candidato presidencial, George Bush, hasta sus líderes en el Capitolio, los republicanos militaron con mayor decisión que los demócratas en el campo de la normalización de los negocios con el mercado más poblado del mundo. "Es completamente absurdo dar la espalda a un mercado de más de 1.000 millones de personas", proclamó el republicano Bill Archer al comienzo del debate parlamentario. "Con nuestros productos", añadió, "también exportaremos a China los grandes bienes norteamericanos de la libertad de elección y la libertad de oportunidades".

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