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Sting quiere reconquistar a su público con su pop elegante El cantante británico inicia una gira por siete ciudades españolas

Diego A. Manrique

El músico británico Sting inicia mañana en Bilbao una gira que lo llevará por siete ciudades españolas. La reaparición de Sting también cuenta con atractivos teloneros: en las actuaciones de Barcelona (día 30), Valladolid (1 de junio) y Santiago de Compostela (2 de junio) le acompaña el grupo del extraordinario músico anglo-hindú Nitin Sawhney; en Murcia (día 27) y Granada (día 28 ) actúa el grupo zaragozano Distrito 14, que presenta su reciente disco, Live in Chicago.

Ésta no es una gira más. Para Sting, las presentes actuaciones suponen un nuevo comienzo, como proclama el título de su último disco, Brand new day. En los últimos años, el británico ha procurado mantener lo que se llama "un perfil bajo" para combatir la saturación mediática que le acompaña desde que en 1985 emprendió una carrera en solitario. Su imagen pública se había convertido en una losa: se le veía más como un miembro de la jet set; su implicación en todo tipo de causas humanitarias y ecologistas terminó inspirando abundantes burlas (sobre todo cuando se supo que se acusaba de violación a su amigo amazónico, el cacique indio -"el que llevaba un CD en la boca"- que le acompañaba por las capitales del mundo).Error imperdonable

Para entender la profundidad de la caída, hay que asumir las peculiaridades de la industria musical británica y sus medios de comunicación, que no perdonan la arrogancia: en Londres hubo regocijo general al difundirse la noticia de que el contable de Sting le había robado seis millones de libras esterlinas.

Sus famosas declaraciones en las que preconizaba el sexo tántrico y presumía de hazañas sexuales inspiraron mil chistes. A Sting le habían transformado en una caricatura: el músico apto-para-todos-los-públicos que consumen sonidos "de calidad", el artista políticamente (hiper)correcto, el cantante con pretensiones de actor, el hijo de proletarios que ahora se codeaba con Ladi Di, Pavarotti, Versace y políticos en busca de fotos.

Con la inteligencia que le caracteriza, Sting ha diagnosticado sus problemas y se ha puesto a remediarlos. Sin renunciar a sus compromisos: su Rainforest Foundation ha preservado enormes extensiones de junglas brasileñas y Sting considera que merece la pena pagar el precio de los sarcasmos de los cínicos.

Musicalmente, se ha olvidado de sus ínfulas jazzísticas, aunque no se priva de cantar piezas de Kurt Weill-Bertolt Brecht o los hermanos Gershwin en proyectos de prestigio; en sus propios discos, se centra en confeccionar canciones tan accesibles como elegantes.

Incluso, Sting tanteó la posibilidad de juntar a Police, coincidiendo con la próxima reedición de sus memorables discos: en su mansión de la campiña italiana se reunió el trío para comprobar si se habían cerrado las añejas heridas. No hubo acuerdo: la visión del mundo del baterista Stewart Copeland, hijo de un alto funcionario de la CIA, sigue siendo incompatible con el izquierdismo sentimental de Sting.

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