Levantar ronchas
El miércoles, en las ediciones de Madrid, Cataluña, País Vasco, Comunidad Valenciana y Andalucía, se publicó una viñeta firmada por El Roto en la que podía verse la puerta de un centro escolar con la leyenda "ikastola" y una nota fijada en la pared en la que podía leerse: "Prohibido hablar en español y pensar en cualquier otro idioma. La dirección".Los lectores habituales de El Roto, que son muchos, saben de sobra que su humor no es precisamente de sainete ni de amable cortesía. Pero en esta ocasión, la viñeta ha provocado una pequeña tormenta en el ámbito del País Vasco que conviene aclarar.
Las protestas ante el Defensor han tenido, en esta ocasión, dos caminos. Uno interno desde la propia Redacción del periódico en Bilbao donde, rápidamente, advirtieron la desmesura del texto y donde recibieron una serie de llamadas telefónicas mostrando indignación por la viñeta.
El Defensor ha recibido una carta firmada por Agustín Vital Llorotz, titular-administrador de Haurtzaro Ikastola Sociedad Cooperativa.
Tanto las quejas telefónicas como la carta, y la propia opinión de los redactores que conversaron con el Defensor coinciden en lo sustancial:
Entienden que se trata de un ataque indiscriminado y excesivo a la enseñanza en euskera, equiparándola con métodos totalitarios que tratarían de anular la capacidad intelectual de los alumnos que se educan en estos centros.
Agustín Vital explica que su cooperativa, como todas las de Euskal Herria, "nacen con el objetivo de dar una educación en euskera y garantizar en un primer momento el bilingüismo de todos los alumnos (castellano-euskera) o (francés-euskera) según la localización geográfica". Señala, además, que en esos centros se imparte francés e inglés y que con ello logran una "rica comunidad lingüística" en la que no se prohíbe "a nadie que hable en ninguna lengua".
Razona también que, en su opinión, resulta "denigrante utilizar un centro educativo para hacer juicios de valor totalmente sesgados". Considera el texto del dibujo como una "vejación" y concluye que "después de 40 años de genocidio cultural para con el euskera provocado por la dictadura franquista, mal haríamos en volver a prohibir, odiar, sesgar... si queremos hacer una comunidad bilingüe".
Por fin, Agustín Vital subraya que el trabajo de las ikastolas, los colegios públicos y muchos colegios privados del País Vasco "es enseñar en paz a personas que respeten la diversidad lingüística partiendo de la base de una situación bilingüe". En resumen, entiende que el dibujo que se comenta no hace "sino echar leña al fuego al problema" de la pluralidad idiomática en el País Vasco sin "aportar nada positivo a la resolución de los conflictos".
Esta última afirmación permite entender que el dibujo haya creado malestar en muchos ámbitos del País Vasco. EL PAÍS publicó el viernes un comunicado de la Federación de Enseñanza del sindicato ELA en el que deploraban el contenido del dibujo de El Roto.
El Defensor ha pedido al autor de la viñeta que explicase su actitud y sus razones. Andrés Rábago pone por delante de cualquier consideración que su oficio habitual es la sátira crítica y que por tanto esa dedicación lo hace "receptivo a toda crítica".
El Roto insiste en que su trabajo no se plasma, de ningún modo, en lo que habitualmente denominamos chistes gráficos, sino, precisamente, en la "sátira gráfica".
A partir de ahí, razona que siendo el humor ambiguo, por naturaleza, "la sátira tiene sus propias leyes. No es un ejercicio de sutileza diplomática, suele tomar la parte por el todo, inevitablemente deforma y a veces puede resultar injusta para algunas personas".
"Una sátira que no levante ronchas", continúa El Roto en su explicación al Defensor, "es una sátira inocua, porque para que cumpla con su objetivo tiene que ser polémica".
El Roto sostiene que "la voluntad de la sátira no es molestar individualmente, sino poner en cuestión problemas sociales", y concluye pidiendo "disculpas a cualquiera que se haya podido sentir molesto".
El Defensor acepta de la cruz a la raya las explicaciones de El Roto, que suponen, además, una estimable aportación para comprender este trabajo, pero en la frontera difusa de la ambigüedad y de la crítica, donde no pueden fijarse normas predeterminadas, existen sin duda, como en toda expresión pública, barreras que no deben traspasarse.
El conflicto que menciona el lector demuestra que ante determinados asuntos no puede ignorarse algo que podríamos llamar, incluso, razones de oportunidad política o social y que, en esta ocasión, se han olvidado y explican la reacción que el dibujo de El Roto ha provocado.
1984
En la última columna de hace 15 días, dedicada a comentar el tratamiento del periódico hacia el programa de televisión Gran Hermano, se citó la novela de Orwell, 1984, pero se citó mal y se escribió 1988. Podría achacarse a una errata. Sería mentir. Algo que el Defensor tiene especialmente vedado si desea mantener la confianza de los lectores. No fue una errata, sino un error, inducido por la cita textual que se recogía para explicar la novela. Literalmente, un lapsus que pasó inadvertido.
Nueve lectores se han dirigido al Defensor para avisarle del fiasco. Cuatro de ellos con cierta agresividad y otro con una pregunta, nada retórica en este caso: "¿Quién nos defiende del Defensor?". Pues él mismo, que no tiene inconveniente en aclarar el título para quien pudiese resultar equivocado y en disculparse ante todos.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.
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