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La emperatriz de los dinosaurios

Uno de los grandes mitos de la cultura, el gigantesco y aterrador Tyrannosaurus rex, está desde el pasado miércoles expuesto a la pública admiración en el Field Museum de Chicago. Tras 67 millones de años, Sue, casi completo, el más perfecto ejemplar del T. rex que ha visto la humanidad, vuelve a la vida. Los niños que asistieron a la presentación del fenómeno recibieron con escalofríos la noticia de que -en contra de lo que se decía en Parque Jurásico, cuando el paleontólogo recomienda a los niños que no se muevan porque así el monstruo no les verá- Sue se regía por el olfato y que, hicieran lo que hicieran, los pequeños no serían más que una croqueta para el gigante.La presentación del vecino más esperado fue una fiesta en el Museo de Historia Natural, con música creada para la ocasión, luces y discursos. Sue toma su nombre de la cazadora de dinosaurios Susan Hendrickson, que halló el fósil hace 10 años en una reserva sioux de Dakota del Sur. La descubridora decía que el hallazgo fue para ella como si le hubiese tocado cinco veces el gordo de la lotería y explicaba el poder magnético de esos huesos: "La gente cree en monstruos, en dragones, en seres gigantescos, y aquí tenemos uno que es de verdad. Yo misma todavía estoy que no me lo creo".

La puesta en escena es espectacular. Sue, cuyo sexo se ignora, pero que es tratada como hembra por su nombre, ha sido colocada al fondo de la galería principal, en la amenazadora actitud del gigante carnívoro que está devorando una pieza y se ve distraído por unos intrusos, los visitantes que se acercan.

El monstruo, que pesaba 6,5 toneladas en vivo, mide 13,5 metros de largo, y en la disposición del museo, cuatro de altura, la misma que en las caderas. Sue y los suyos reinaron unos dos millones de años.

Sólo hay otra veintena de fósiles de T. rex en el mundo, pero Sue es más completo, con el 90% de su osamenta perfectamente conservada, 250 huesos originales que ya han empezado a revelar secretos. La cabeza mide 1,5 metros y pesa 272 kilos, demasiados para ser montados junto al resto, por lo que el esqueleto va rematado por una testa de una aleación ligera. La de verdad -descomunal y mucho más impresionante que todo el conjunto, al poderse ver desde unos centímetros de distancia en la primera planta- tiene 55 dientes para desgarrar y masticar, los más grandes como robustísimos puñales serrados con 30 centímetros de hoja.

Sue es espectáculo, tanto que el museo espera incrementar en un 20% su número de visitantes: no en vano pagó en 1987 la inesperada, por alta, cifra de 8,4 millones de dólares en una subasta de Sotheby's a cambio del privilegio.

Pero además, Sue es ciencia. El montaje ha sido realizado de tal manera que los huesos pueden sacarse de uno en uno para su estudio y no hay duda de que se van a producir grandes hallazgos. "Sue murió de vieja, aunque no sabemos con cuántos años, tras una vida muy larga y activa", aventura John Flynn, jefe de paleontología del museo. "Creo que los dinosaurios podían llegar a vivir 100 años".

Sue ha permitido avanzar en la tesis de que los dinosaurios están emparentados con las aves y especular con que el T. rex no era tan rápido y que quizá no podía ni correr. Entre los misterios pendientes: cuál era el color de su piel, si tenía sangre caliente y para qué le servían unas cortísimas patas delanteras que no le llegaban a la boca.

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