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ASAMBLEA - PREGUNTAS CON RESPUESTA

El Gobierno vela los sueños

El presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón, da consejos, agradece y recrimina a los diputados en cada una de sus intervenciones. No es que se enfade, es que regaña. Ayer, en la sesión de preguntas de la Asamblea, regañó al diputado de IU Juan Ramón Sanz, reconvino a Cristina Almeida (PSOE-Progresistas) y mostró su agradecimiento por la pregunta que le regaló Pedro Muñoz, del PP. Había preguntado Sanz por lo del segundo aeropuerto y metió prisas al Gobierno pidiendo que no se despilfarrara con parches en Barajas. Ruiz-Gallardón le dijo que se alegraba de que IU rectificara, porque antes no estaba de acuerdo con el futuro aeropuerto de Campo Real. Y, a partir de ahí, le soltó una regañina por no estar atento a lo que se hablaba, porque eso mismo ya se lo habían preguntado los socialistas.

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Luego, con Almeida, el presidente estuvo un punto sarcástico. No le gustó nada que la bancada socialista golpeara sus pupitres para apoyar a su compañera. (Porque ésa es otra: no se sabe si por imitación del parlamentarismo inglés o para no tener que incorporarse del respaldo de sus butacas, el caso es que todos los diputados, en vez de aplaudir, golpean rítmicamente sus pupitres. Niñerías que a nadie dañan).

Almeida había pedido que no se demorara la aplicación de la Ley de Responsabilidad Penal del Menor. Y Ruiz- Gallardón tiró de papeles y dijo que cómo era eso, si ese mismo día EL PAÍS sacaba que los socialistas invocaban una moratoria de la ley. "¿Por qué la aplauden entonces?", inquirió. "¿Por qué no se ocupa usted como senadora de ello en el debate en el Senado?".

Tal como son aquí las cosas, al replicado no le queda otro remedio -es práctica habi-tual- que salir al pasillo y contestar lo que el reglamento impide contestar en el salón de plenos. Es lo que hizo Almeida. Salió fuera y aclaró a los periodistas que si los socialistas pedían moratoria era porque el Gobierno central no había librado fondos y las comunidades carecían de medios; o sea, que no había contradicción.

Las preguntas del grupo popular están para que se luzca el Gobierno: que opina de lo bien que va esto o lo de más allá. No es reprochable. Pero, citando al columnista José Luis Alvite, hay conversaciones que lo mejor de ellas es que se acaban.

A veces, a alguien se le ve lo que llamaba Valle-Inclán cosas de "gentes de bolsa y blasón". Al vicepresidente Luis Eduardo Cortés, por ejemplo, se le resbaló ayer un tonillo autoritario. Fue y contestó al diputado de PSOE-Progresistas Eduardo Sánchez: "Somos nosotros quienes marcamos las prioridades, no usted". Todo porque Sánchez se había interesado por los accesos para minusválidos en la estación del metro de Sol. Y es que es verdad, que lleva ya cuatro años en presupuesto, y nada. "Lo haremos cuando nosotros lo creamos oportuno", dijo Cortés. No es eso.

Pero todo sea por el bien del madrileño. El Gobierno -eso sí- vela por sus sueños. Lo dijo el consejero Carlos Mayor Oreja al ser preguntado por la concentración de ozono el pasado abril. Justificó que no se alertara al ciudadano, tal como manda la ley, en que no iban a despertarle a las tres de la madrugada. Menos mal que no era perjudicial, porque de serlo, y parafraseando al poeta, más que velar el sueño, el Gobierno lo hubiera envenenado. El sueño.

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