La ONU, perdida en el desierto
Si la ONU repartiera el presupuesto gastado hasta ahora por la Minurso entre los saharauis que este organismo internacional ha logrado identificar, a cada uno de ellos le correspondería casi un millón de pesetas. Por supuesto, esta comparación carece de validez científica, pero ilustra el absurdo en que ha degenerado la Misión de las Naciones Unidas para el Sáhara Occidental.La Minurso fue creada el 29 de abril de 1991. El día 31 de este mes finalizará su prórroga número 23. Durante ese tiempo ha consumido un presupuesto de 418.111,60 millones de dólares (más de 75.000 millones de pesetas al cambio actual), y ha movilizado a 2.626 observadores militares y a varios centenares de civiles. A pesar de este impresionante despliegue, sólo ha logrado completar tres de los ocho puntos que definen su mandato. El último de ellos, la proclamación de los resultados de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara, aparece cada vez más lejano.
"La Minurso es un esperpento", afirma el coronel Emilio Cuevas, de 68 años, uno de los autores del censo español de 1974. Su currículum avala su amargo juicio. En 1989, la ONU le contrató como asesor para el conflicto del Sáhara y luego trabajó con la Minurso hasta 1994. En 1998, James Baker -enviado especial de Kofi Annan- le llamó a Londres para pedirle opinión antes de la firma de los Acuerdos de Houston, y hasta 1999 el Gobierno de Marruecos le mantuvo como asesor del todopoderoso ministro del Interior Driss Basri.
Cuevas ya profetizó en su día a Baker, el ex secretario de Estado norteamericano, que jamás conseguiría solucionar el problema. Y le dio tres razones: "El Polisario se halla dirigido por una oligarquía que se ha instalado en la situación. Marruecos está satisfecho porque tiene el territorio en sus manos. Y la ONU depende de funcionarios que prolongan al máximo las misiones porque son su medio de vida".
Desde luego, al personal de la Minurso no le va mal económicamente. Además de su salario habitual, que le ingresan sus países de origen, la ONU le ofrece primas muy sustanciosas. La vida muelle (confortables alojamientos en los hoteles Al Masira, Lakuora o Najir, excursiones al desierto, fiestas nocturnas en la playa), junto al carácter temporal de su destino (los observadores son relevados cada 6 o 12 meses, según su nacionalidad) han relajado su celo. En algunos casos, esa relajación roza el escándalo.
La Minurso consiente, por ejemplo, que su cuartel general de El Aaiún esté literalmente rodeado por policías marroquíes que prohíben el paso a sus instalaciones. También permite que las personas llamadas por la Comisión de Identificación, encargada de verificar la identidad de los aspirantes a figurar en el censo del referéndum, sean conducidas hasta ella por agentes cherifianos a bordo de sus siniestros vehículos oficiales. En cuanto a los miembros del Alto Comisionado para los Refugiados, no han cumplido todavía su misión de construir los campamentos temporales previstos para acoger a los votantes que no quieran cruzar los muros levantados por Marruecos en el desierto. Los barracones prefabricados se pudren almacenados en dos grandes naves situadas en la carretera que lleva al puerto.
Ahora mismo hay en El Aaiún 230 observadores militares, 165 miembros de la Comisión de Identificación, 150 administrativos, 100 asalariados locales y 81 policías civiles. Total: 726. Un funcionario por cada centenar de votantes. ¿Firmará la ONU el día 31 la prórroga número 24 de esta situación?
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