Juan Pablo II acude por tercera vez a Fátima para beatificar a los niños pastores Ratzinger no descarta que el Papa dé a conocer la 'tercera revelación' de las apariciones
Francisco y Jacinta Marto, los dos niños pastores portugueses a los que, según la creencia católica, se apareció la Virgen el 13 de mayo de 1917, serán elevados hoy a los altares por Juan Pablo II en una ceremonia multitudinaria, en el santuario de Fátima (Portugal). El Papa llegó ayer a Lisboa, desde donde se trasladó inmediatamente a Fátima en helicóptero. Se trata de la tercera visita del Pontífice a un lugar que considera responsable de su supervivencia cuando recibió los disparos, teóricamente mortales, de Ali Agca, precisamente el 13 de mayo de 1981.
El Papa está convencido de que le debe la vida a la Virgen de Fátima. El 13 de mayo de 1982, apenas recuperado del gravísimo atentado sufrido un año antes, viajó a Fátima para dar las gracias a la Virgen del Rosario y, más tarde, en 1984, hizo llegar al santuario la bala que, disparada por el terrorista turco Ali Agca, le atravesó los intestinos.En 1991 regresó por segunda vez en peregrinación a este punto clave de su propia fe, y el motivo de esta tercera visita no puede ser más especial para el Pontífice. La longevidad de sor Lucía dos Santos ha impedido al Papa incluirla, como hubiera sido su deseo, en esta beatificación junto a sus primos.
Juan Pablo II fue recibido en el aeropuerto militar de Lisboa por el presidente portugués, Jorge Fernando Branco de Sampaio, y el primer ministro, António Guterres, ambos socialistas. "Que Dios guarde a todos los hijos e hijas de esta tierra de la Virgen María", dijo el pontífice tras su llegada.
Poco después, el Papa se trasladó en helicóptero al santuario de Fátima donde fue recibido por tres niños vestidos como los tres pastorcitos a los que se reveló la Virgen. Tras recorrer en su papamóvil parte de la esplanada del santuario entre los aplausos de centenares de miles de peregrinos, Juan Pablo II, se recogió para rezar al aire libre frente a la capilla levantada en el sitio de las primeras apariciones, en Cova de Iria, donde están enterrados los dos niños pastores, Francisco y Jacinta, fallecidos a los 11 y 10 años, respectivamente.
En presencia de Lucía
En el santuario esperaban al Pontífice centenares de miles de peregrinos que agitaban las banderas amarillas del Vaticano y gritaban "Larga vida al Papa". En la pequeña capilla, Juan Pablo II se arrodilló ante la estatua de Fátima y rezó durante cinco minutos en total silencio, lo que conmovió a buena parte de los devotos llegados allí de diferentes países del mundo.
Karol Wojtyla se dirigió luego a los fieles en portugués para manifestar su satisfacción por encontrarse "de nuevo" en Fátima. "Les invito a acompañarme y abrir sus corazones", dijo al referirse a la ceremonia que tendrá lugar hoy. "Entreguémonos a Dios para salvar a los pecadores del mundo" añadió el Papa que ofreció como voto a la Virgen el anillo que le regaló el cardenal primado de Varsovia (Polonia), Stefan Wysynski. Considerado su padre espiritual éste le predijo a Wojtyla, tras su elección como Papa, que "conduciría la Iglesia del Tercer Milenio".
A la misa de beatificación de Francisco y Jacinta Marto acudirá la principal testigo de los misteriosos hechos, sor Lucía de Jesús dos Santos, presente en Cova de Iria junto a sus primos aquel 13 de mayo de 1917, cuando "una señora resplandeciente se apareció" a los tres niños, que acababan de rezar el rosario.
Lucía tiene 93 años y es monja de clausura. Sus dos primos fallecieron apenas dos años después del primer encuentro con la Virgen (parte de la profecía de la Señora, según los propios testigos) y Lucía dos Santos tuvo nuevos encuentros con la que sería bautizada por expreso deseo suyo como Nuestra Señora del Rosario, tras profesar en un convento gallego. De hecho, sor Lucía fue la depositaria de los llamados secretos de Fátima, dos de los cuales (la muerte de los pastorcillos y el triunfo del comunismo en Rusia, nación que requería urgentemente ser encomendada a la Madre de Dios), fueron revelados enseguida.
El tercer misterio
Queda un tercer misterio comunicado por la Virgen a los pequeños, puesto por escrito por Lucía en 1944 y que permanece secreto, excepto para Juan XXIII y su secretario, el actual Pontífice y el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe.
Esta tercera revelación está ligada en la imaginería popular a inminentes catástrofes, lo que desmienten algunos de sus conocedores.
El propio Ratzinger dio pie a las especulaciones sobre la posibilidad de que Juan Pablo II dé a conocer el contenido de este tercer misterio durante la beatificación de Francisco y Jacinta Marto, al reconocer, en Roma, que tal cosa no sería descartable teniendo en cuenta la pasión de Karol Wojtyla por las sorpresas. "Aun así", declaró el poderoso cardenal, " el principal objeto de esta visita a Fátima es beatificar a los dos pastorcillos", un proceso que encontró no pocas dificultades en el Vaticano ante lo inclasificable del caso.
Francisco y Jacinta Marto no se ajustaban al esquema de los mártires (murieron por una gripe) y parecían demasiado jóvenes para engrosar las filas de la santidad. Pero el que la Virgen les escogiera como depositarios de su mensaje terminó allanando el camino hacia los altares de los dos venerados pastorcillos.
Juan Pablo II ha sido uno de los principales impulsores de la causa, sobre todo por la importancia que concede al milagro de Fátima.
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