Annan implora a la comunidad internacional que no abandone Sierra Leona a su suerte
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, hizo un apasionado llamamiento a la comunidad internacional para que no abandone Sierra Leona durante la sesión de urgencia convocada por el Consejo de Seguridad en la madrugada de ayer (hora española). "Les imploro", dijo Annan juntando las manos. "No abandonemos Sierra Leona. No abandonemos África". El mensaje se produce mientras los rebeldes del Frente Unido Revolucionario siguen asediando la capital y mantienen a 500 cascos azules de la ONU en sus manos.
Annan pidió la inmediata liberación de los 500 cascos azules en manos de los rebeldes del Frente Revolucionario Unido (RUF) y se mostró a favor de reforzar el actual contigente sobre el terreno. Pero algunos de los países que tienen tropas desplegadas en la zona han pedido, por el contrario, que se extreme la prudencia para no poner en peligro la vida de los rehenes. El secretario general aconsejó consolidar la misión de los cascos azules en el país africano (Unamsil), que cuenta en estos momentos con 8.900 soldados, y permitirles llevar a cabo misiones ofensivas. Según el mandato inicial de la misión de paz, estas tropas, limitadas a un máximo de 11.000, sólo pueden responder con fuego para protegerse. Annan pidió el "apoyo logístico" y financiero de las naciones más ricas para apoyar el despliegue de Naciones Unidas.
Ante la primera sesión del Consejo de Seguridad exclusivamente dedicada a la situación en Sierra Leona, Annan exigió la liberación de los 500 cascos azules secuestrados desde el pasado 1 de mayo. "La imagen de los cascos azules tomados como rehenes, utilizados como escudos humanos y despojados de sus uniformes y de sus armas es intolerable", dijo Abdallah Baali, el representante argelino y actual presidente del grupo africano de la ONU, ilustrando la profunda humillación que ha sufrido Naciones Unidas tras la iniciativa de los rebeldes del RUF.
Prueba crucial
"La situación en Sierra Leona se ha convertido en una prueba crucial para demostrar la solidaridad de los pueblos, por encima de las razas y de la geografía, que es el principio básico de esta organización", dijo Annan, ansioso por despejar los fantasmas de la desastrosa intervención en Somalia que en 1993 se saldó con la muerte de 135 miembros del contigente de Naciones Unidas.
Pero algunos de los países que tienen contingentes en la zona, Reino Unido, India y Jordania, se mostraron más cautos. Los británicos prefieren reforzar el actual contigente antes de considerar cualquier cambio en el mandato original de Unamsil. Otras naciones han pedido una simple retirada, a favor de otro tipo de despliegue internacional. "Algunos piensan que Naciones Unidas no puede hacer lo necesario en Sierra Leona y que la fuerza debería ser desplegada y utilizada por otros, con el beneplácito del Consejo de Seguridad", dijo el representante indio, Kamalesh Sharma. "Hasta que Unamsil permanezca allí, estamos en contra de una acción de este tipo. Somalia nos mostró los peligros de la intervención de unas fuerzas, independientes del mando de la ONU, en un escenario donde están desplegados cascos azules".
Sobre el terreno, la capital sierraleonesa continúa asediada por los rebeldes del RUF, cuyos ataques han sido repelidos hasta ahora por cascos azules de la ONU y las milicias leales al Gobierno, según contaron ayer a Efe fuentes militares. Hubo choques esporádicos a lo largo de la península que une Freetown por carretera con el resto del país, lo que confirma, según las fuentes, el avance de los rebeldes hacia la capital. Ayer no había informaciones de víctimas en los combates. Los paracaidistas británicos desplegados en Sierra Leona para evacuar a sus nacionales no van a entrar en los combates, pero responderán si son atacados y protegerán durante un mes el aeropuerto, según dijo ayer el ministro de Exteriores británico, Robin Cook, mientras llegan refuerzos de la ONU. Londres ha rechazado repetidamente la intención de participar en los combates, como se lo está solicitando el Gobierno de Sierra Leona.
Mientras, decenas de miles de desplazados vagan de campo en campo intentando huir de los combates. Andrew Koroma huyó el jueves de un campo de refugiados en Waterloo, a 30 kilómetros de Freetown, al igual que sus 15.000 ocupantes. En el jaleo, quedó separado de su mujer y sus hijos y ayer no podía encontrarles. Ahora está acampado en una antigua zona ferroviaria de Freetown. "Creí que ellos vendrían aquí, pero no ha sido así. Hoy volveré a Waterloo a ver si nos reencontramos", dijo.
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