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Un centrista-reformista, y del Real Madrid

A Juan Antonio Gómez-Angulo (46 años), nuevo secretario de Estado para el Deporte, le costará mantener las formas en su primer acto social de relevancia. Viudo y licenciado en Derecho, asistirá el próximo 24 de mayo como representante cualificado del Gobierno a la final española de la Copa de Europa de fútbol en París. Y lo hará sin el corazón dividido. Su pasión es el Real Madrid, una debilidad que cultiva con afán desde muy pequeño. En 1991 trabajó en la candidatura de Alfonso Ussía contra la de Ramon Mendoza para lograr la presidencia blanca y perdió.Aquel fracaso deportivo coincidió con el comienzo de una carrera política cargada de ascensos en el PP, partido al que llegó desde UCD. En los últimos ocho años, Gómez Angulo no ha dejado de sumar poder político. De concejal presidente de un distrito menor (Retiro) a responsable del área de Cultura; de aquí a Obras Públicas para resolver una crisis mayúscula en el Gobierno municipal, y de ese puesto delicado a primer teniente de alcalde. Era, hasta ayer, el número dos y algunos dirigentes de su partido le intuían como inminente sucesor del alcalde ante una salida prematura de Álvarez del Manzano por sus problemas con la administración del dinero municipal.

Su olfato para tomar posiciones en los momentos oportunos y sus buenas relaciones con los que mandan en el partido le han llevado ahora hasta uno de los puestos de segunda fila más rutilantes de la Administración central. La Secretaría de Estado para el Deporte era una de sus ilusiones confesadas. La otra: ser secretario de Estado de Cultura. Gómez Angulo es un buen aficionado al arte -en su etapa de concejal compró obras de autores importantes, montó destacadas exposiciones y entre sus amigos figuran los pintores Eduardo Úrculo y Eduardo Arroyo-, le encanta la música y el cine -su amigo el director José Luis Garci le ha invitado en incontables ocasiones a opinar en televisión-, acude regularmente al teatro y es lector e impulsor de ediciones primorosas de libros de poesía contemporánea.

En 1996, cuando Aznar todavía hacía la oposición a Felipe González, el concejal Gómez-Angulo invitó al presidente de su partido a una corrida de toros -otra de las pasiones del nuevo secretario de Estado para el Deporte, que llegó a ser director del Centro de Asuntos Taurinos durante el mandato socialista-. En Las Ventas, Aznar y Gómez-Angulo hablaron de la Generación del 27 y tejieron homenajes variopintos. El concejal se puso manos a la obra y recordó que trabajaba por encargo de Aznar. Mimó hasta el exceso una edición del primer libro de Gerardo Diego, El romancero de la novia, que regaló en sus primeras navidades en el cargo. Como editor, acercó a los vecinos miles de ejemplares para conmemorar aniversarios de Manuel de Falla, Cervantes y Goya.

Gómez-Angulo es un "hombre de centro-reformista", según le definen en el PP, que ha demostrado su capacidad para pasar inadvertido cuando arreciaban los problemas en el Gobierno municipal. Declaró en una entrevista que el número dos del Ayuntamiento estaba para detener los golpes al alcalde, pero su presencia en la defensa del regidor cuando la oposición disparaba supuestos escándalos fue más bien escasa.

Su gestión ha sido desigual. Algunos de sus compromisos -un plan de esculturas, un comité de sabios para elegirlas, un nuevo espacio municipal para conciertos...- no han logrado pasar de las declaraciones a los hechos; su tarea como editor municipal y organizador de exposiciones de arte fue notable; su capacidad para asumir cargos en momentos de dificultades, extraordinaria. Y con ese currículo ha llegado al más alto puesto del deporte español. Casi como el Madrid, que en su temporada más discreta puede ganar la Copa de Europa y hacer así feliz a Gómez Angulo.

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