La madre del niño español asesinado en Londres se queja de que la policía no evitara el crimen
La madre del niño español asesinado el domingo en Londres por un pederasta que le perseguía desde hace más de un año se quejó ayer de que la policía metropolitana londinense subestimara sus denuncias contra el hombre que acosaba a su hijo. M.Á.V. aseguró ayer que la policía sólo apercibió al sujeto que perseguía y finalmente apuñaló al menor, D.P.V., de 12 años. El presunto agresor, Edward Alex Crowley, de 52 años, tenía antecedentes y había estado encarcelado por delitos de pederastia. El colegio puso la primera denuncia contra él en octubre pasado.
Con la investigación policial en marcha y la familia y la comunidad española en Londres conmocionadas por el asesinato del niño D. P. V. a manos de Edward Alex Crowley han empezado a conocerse más detalles de un caso de acoso cuyo trágico final ha dejado en evidencia a la policía metropolitana. Mientras los padres del menor, que están separados, trataban ayer de asumir lo ocurrido, el colegio Cañada Blanch de la capital británica, donde el chico cursaba sexto de primaria, tiene previsto celebrar hoy una misa en su memoria a la que asistirá el embajador de España, marqués de Tamarón.Para sus vecinos del Soho, donde vive buena parte de la colonia gallega en Londres, el asalto sufrido por D. P. V. era sólo cuestión de tiempo. El chico solía jugar en un parque de la iglesia local de Saint Giles, frecuentado también por su asesino. Según la madre, la única explicación posible al interés mostrado por Alex, como era conocido el asaltante en el barrio, es que su hijo no se burló de él ni le lanzó piedras un día en que un grupo de menores se dedicaron a mortificarle. "Ese tipo solía pasear por aquí y estaba claro que iba detrás del pobre chico. No hemos dormido ninguno. Podría haberle pasado a cualquier otro crío", ha dicho Angela Boon, que conocía al niño asesinado.
Para la policía, Alex era algo más que un tipo algo raro. Había sido encarcelado por pederastia durante seis meses y su nombre figuraba en los archivos reservados para este tipo de delitos en el país. Su especial inclinación por D. P. V. tampoco había pasado desapercibida. Sólo hacía falta echar un vistazo al parquecito de Saint Giles, donde colgaba una nota fechada el 2 de noviembre de 1999 y supuestamente atribuida al agresor. Escrita en mayúsculas, declaraba su amor eterno por D. Y le pedía perdón: "Siempre te amaré, D. No puedo soportar el dolor. Un día sabrás lo mucho que me hieres. Lo siento. Y recuerda: engaña siempre antes de que otros te engañen, si es que son lo bastante listos. Yo no lo he sido ni querría serlo. ¡Bravo! Mi chico latino".
Este manifiesto, y el hecho de que Epigmenio Rodríguez, director del colegio Cañada Blanch, hubiera denunciado a la policía la persecución de que era objeto el niño, llevó a los agentes a proveerle de un teléfono portátil para su protección personal. Aunque la policía ha declinado confirmar este dato, viene siendo una práctica común en el Reino Unido que los menores acosados, ya sea por sus compañeros o por algún adulto, lleven consigo un móvil para pedir auxilio en caso de peligro.
Según el director del colegio, el primer contacto con la policía en relación con la seguridad de D. P. V. se remonta a octubre pasado. El director alertó a la familia, que estaba ya al tanto de la persecución de que era objeto, y luego a los agentes. En noviembre aparecieron cerca del colegio pintadas alusivas a los deseos del agresor, que fue detenido. Una vez en libertad, se le prohibió que se acercara al centro escolar o al niño.
La madre, que llegó a Londres la noche del lunes -el padre, del que está separada, aterrizó ayer- y tuvo que ser internada en un hospital durante unas horas presa de un choque emocional, se ha quejado de que la policía no protegiera a su niño. Toda la familia creía que seguía vigilado por el agresor. Por eso, había salido a pasear con su hermano, R.V., por la zona de Covent Garden la tarde del domingo. Aunque se trataban como tales, los chicos son hijos de padres y madres diferentes. Convivían como familia, con la madre de la víctima y su actual compañero, que es el padre del mayor.
Para la prensa británica, el asesinato es una tragedia incomprensible, en especial porque sucedió en pleno centro de Londres. Todos los diarios publicaron fotos en color y a gran tamaño del niño apuñalado.
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