¡Cuidado!
Pasó la Feria en Sevilla, pero no la histeria. Desde que en la madrugada del Jueves Santo ocurrieran unos hechos, no esclarecidos, pero tampoco seriamente analizados por nadie, parece que todos hayamos caído en un "estado de prevención" que amenaza con rozar el ataque a la libertad, con la complacencia de todo el mundo. Parece que todos los miedosos hubieran estado detrás de las puertas esperando que algún día alguien se pasara para salir pidiendo orden. ¡Cuidado! En el orden fuimos educados, por el orden humillados y desde el orden obligados a vivir clandestinamente cualquier deseo de libertad. En la Feria parece que ha vuelto a haber carreritas, a pesar de la prohibición de ellas por parte del alcalde, peleas simuladas y hasta alguna cierta. Nada que no haya ocurrido nunca antes en cualquier feria, que es lo mismo que decir en cualquier concentración de gente, ¡tantísima gente!, en un recinto en el que además corre el alcohol desde generosamente hasta excesivamente en algunos casos.Como la madrugada nos puso de los nervios y no nos dicen qué pasó, ni quién lo hizo, seguimos todos con el ataque de histeria. ¡Cuidado! Ya hay delegado municipal que anda planteando la posibilidad de cerrar a una hora determinada las casetas de distrito, es decir, poniéndole hora y prohibición a lo que nunca las ha tenido, y portavoz de la oposición dramatizando sobre la falta de seguridad que ha adolecido la Feria de este año. Todo puro exceso. Todos de los nervios. ¡Cuidado! Y cultura. A todas horas, en todas las ofertas, por todas partes. Mucha cultura, mucha alternativa cultural para saber vivir cada momento de ocio en libertad, es decir, con respeto, sin miedo y sin histeria.
Sería de agradecer que los responsables del gobierno municipal se dedicaran a ver como propician eso y que la oposición también aportara ideas, en lugar de seguir demonizando a los jóvenes y a punto de un ataque de prohibicionismo, tan peligroso. ¡Cuidado! Por mi parte es el final. En la feria no pasó nada. Bueno, sí, que un chico fue asesinado en la calle del Infierno. Vivía en las Tres Mil Viviendas, un barrio donde se rompe muy frecuentemente la paz. Eso sí que es preocupante y necesita atención y mejorar las condiciones de vida, del barrio y de los vecinos.
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