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LA NUEVA SITUACIÓN DE EUSKADI

Rajoy dirige la 'línea dura' contra el PNV

Aznar encarga los contactos sobre el problema vasco a un político muy crítico con el nacionalismo

Luis R. Aizpeolea

El presidente José María Aznar ha designado a su vicepresidente primero, Mariano Rajoy, para que encabece la nueva política de mano dura que el Gobierno ha adoptado respecto al Partido Nacionalista Vasco (PNV). La sustitución de Francisco Álvarez Cascos como mediador entre el Ejecutivo y los nacionalistas de Euskadi responde a la mayor sintonía ideológica que existe en este terreno entre el presidente y su actual número dos. "Rajoy sería incapaz de mantener unas relaciones amistosas con los dirigentes del PNV, como ha hecho Álvarez Cascos, mientras éstos blindaban un pacto con una HB que daba cobertura a ETA en plena campaña de asesinatos de concejales del PP", afirman fuentes gubernamentales.Este cambio de personas se interpreta también como un claro mensaje de firmeza que Aznar dirige no sólo al PNV, sino a todo el nacionalismo vasco, clarifica la situación de alejamiento de su Gobierno con el PNV y despeja algunos equívocos derivados de la etapa anterior.

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En fuentes gubernamentales se destaca igualmente como junto a la capacidad de diálogo convive en Rajoy una visión muy crítica del nacionalismo, generada en su etapa política gallega y desarrollada en la gestión que hizo al frente del Ministerio de Administraciones Públicas. Desde este puesto del Gobierno, el PP firmó pactos con tres partidos nacionalistas -Convergència i Unió, PNV y Coalición Canaria- en mayo de 1996. A finales de 1997, cuando Rajoy consideró, de acuerdo con Aznar, que los pactos se habían cumplido, se plantó con firmeza ante los nacionalistas, pese al riesgo de desestabilización del Gobierno, en mayoría minoritaria.

Aznar cuenta con esa capacidad de Rajoy ante el nacionalismo para afrontar esta nueva etapa en la que la respuesta política al desafío soberanista del PNV es una prioridad del Gobierno. Aunque, añaden las citadas fuentes, no es ésta la única razón del relevo.

Álvarez Cascos ha mantenido relaciones amistosas con el líder del PNV, Xabier Arzalluz, mucho más allá de la ruptura de las relaciones de éste con Aznar, en octubre de 1998, tras una reunión en La Moncloa en la que el jefe del Gobierno acusó al dirigente nacionalista vasco de "deslealtad" por no haberle informado de los acuerdos políticos de los partidos nacionalistas que derivaron en la tregua de ETA.

"Las relaciones de Álvarez Cascos con el PNV han tenido consecuencias políticas porque desde este partido se interpretaba que existían fisuras en el Gobierno sobre el tratamiento hacia ellos y al final las ha tenido para el propio Álvarez Cascos", añaden las fuentes gubernamentales.

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Aznar ya reflejó su desconfianza hacia su entonces vicepresidente primero marginándolo de la comisión política de seguimiento de la tregua de ETA que se creó en octubre de 1998. En esa etapa, con el Pacto de Lizarra en pleno vigor, Aznar reprochó a Álvarez Cascos, en una reunión de los maitines de los lunes, sus relaciones con el PNV. Éste acababa de pasar un fin de semana recreativo en el País Vasco dónde tuvo como guías a dirigentes del PNV.

El argumento de Álvarez Cascos de que su misión era llevarse bien con los partidos nacionalistas para evitar derrotas parlamentarias en el Congreso nunca fue entendido en el seno del PP vasco y, al final, tampoco por Aznar. Desde el PP de Euskadi hubo graves reproches hacia el entonces vicepresidente, en asambleas del partido, por su comportamiento amistoso con unos dirigentes que mantenían excelentes relaciones con HB mientras ETA asesinaba a sus concejales. Aznar escuchó esos reproches dirigidos contra Álvarez Cascos del propio presidente del PP vasco, Carlos Iturgaiz.

Los escarceos del matrimonio Álvarez Cascos con los dirigentes del PNV -sus visitas a Sabin Etxea (sede del PNV en Bilbao), a las cuevas de Santimamiñe, los almuerzos en Getaria- nunca fueron bien vistos por Aznar, pero pasaron a ser claramente descalificados cuando el presidente del Ejecutivo rompió con Arzalluz en octubre de 1998.

Ahora, tras la ruptura por parte de ETA de la tregua a fines de noviembre de 1999 y el mantenimiento del PNV de sus compromisos con HB en el Pacto de Lizarra, Aznar ha endurecido aún más su discurso contra el partido de Arzalluz y ha roto sus relaciones hasta que se desmarque de dicho pacto, algo impensable en este momento.

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