Un comienzo
La de David Broza es una bella historia, de esas que gusta contar una y otra vez: de origen sefardí, creció musicalmente en España y, de vuelta a Israel, se dio a conocer con incandescentes adaptaciones de éxitos de Joan Manuel Serrat, Cecilia o Manzanita (al que ha llevado como invitado de honor a uno de sus multitudinarios conciertos en su país). Veinte años después, regresó a España con su cancionero en inglés e impactó por su intensidad interpretativa. El paso siguiente era cantar en castellano y había un par de ofertas: recurrir a temas clásicos hispanoaméricanos o -lo más difícil- a material inédito. Broza apostó por la segunda opción y puso manos a la obra con típica determinación, recolectando canciones no publicadas de Jaime Anglada y Javier Ruibal, a la vez que colaboraba con Jorge Drexler, Joaquín Sabina o Fernando Polaino.Isla Mujeres es el resultado discográfico del proceso y Broza lo presentó ante una sala repleta: éste es un artista que despierta simpatías, especialmente -que no se ofenda nadie- femeninas (Testosterona se titulaba, y no por casualidad, uno de los primeros artículos escritos sobre él en la prensa española). No obstante, el público se encontró con un intérprete seductor pero capitidisminuido por la falta de rodaje de su nuevo repertorio.
David Broza David Broza (voz, guitarra); Yoxu García (guitarra, voz); María Albistur (bajo); Fernando Samalea (percusiones)
4 de mayo. Galileo Galilei, Madrid.
Era su segunda actuación oficial y se notaba demasiado. Al igual que ocurre en el disco, chirrían canciones donde el talento interpretativo de Broza parece estar sumergido por el esfuerzo de asimilación de las inflexiones, los modismos de los autores españoles. Así, suena más cantautoril que lo aconsejable. Da la impresión de que Broza se cree todas las canciones, pero todavía no ha podido hacerlas suyas, no ha desarrollado las posibilidades de recrearlas con su pequeño y eficaz grupo, lejos de los arreglos diseñados por el productor Alejo Stivel.
Cuestión de tiempo. Ya hay temas como Y tú que tienen en vivo una temperatura más alta que en el disco. La aportación del gran Javier Ruibal, la lujuriosa Isla Mujeres, también alborota al respetable, que ensaya pasos de baile: es el Broza ideal, calentito y mediterráneo, capaz de perderse en el éxtasis del directo.
A esas alturas, Broza tenía al personal en el bolsillo. Los tres bises fueron piezas en inglés, en hebreo y en castellano. Esta última, la televisiva Raquel, fue coreada a pleno pulmón. Un eco que Broza se merece para muchas de las canciones de Isla Mujeres.
Babelia
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