Precinto municipal a la música

Juan María Franco López no podía imaginarse que, tras 12 años al frente del bar El Café del Mono, una orden de la Junta Municipal de Centro podría acabar con su negocio "de un plumazo". Este madrileño de 41 años lleva desde el pasado jueves por la noche en huelga de hambre en la plaza Mayor para que el Ayuntamiento permita la reapertura inmediata de su local.El dueño de El Café del Mono, en la calle de la Cava Alta, número 19, recibió la noticia del cierre el jueves por la mañana. Le notificaron que tenía que cesar la actividad de su local porque disponía de un aparato de música y la licencia de su establecimiento no incluía esta sofisticación. La Junta de Centro le exigía el cierre inmediato y le amenazaba con precintar el local si no obedecía, según explicó ayer Juan María Franco López. "Cuando pedí la licencia de apertura en 1988, sólo constaba que era destinado a bar. Luego ha cambiado la ley y es necesario especificar que se dedicará a bar de copas. Lo que alegaré es que ese cambio no me afecta y puedo seguir como hasta ahora", señaló el afectado.

El Ayuntamiento le ha invitado, según asegura el afectado, a que solicite de nuevo la licencia para "regularizar su situación". "Quieren que caiga en una trampa legal. Si la pido ahora de nuevo, me la denegarán porque ya no autorizan más bares de copas en Centro", argumenta el propietario del local.

El Café del Mono es un pequeño local de 70 metros cuadrados en el que se ha llevado a cabo "una dilatada actividad cultural", según su propietario. Han sido frecuentes las exposiciones, los conciertos de jazz, los cafés-teatro, el mimo o la magia. "Cuando recurra la decisión municipal, le adjuntaré los programas de fiestas municipales en los que mi local ha participado con todo tipo de actividades. Si no era legal, ¿por qué me incluyeron en esas programaciones?", se pregunta Franco López.

Pasa todos los días junto a la estatua ecuestre de Felipe III de la plaza Mayor, frente a la Junta de Centro, en espera de que le reciba su titular, María Antonia Suárez. Por las noches se cubre con una manta para combatir el frío. No siempre lo consigue. La madrugada del sábado al domingo fue "muy dura" y lo pasó mal. No ingiere ningún alimento sólido. Tan sólo bebe agua mineral o con limón. "Para quitarme la sensación de hambre mastico chicle durante todo el día, un remedio que me funciona de momento", asegura.

Desde el inicio de la huelga de hambre ha adelgazado dos kilos. Sin embargo, este hecho no le arredra. "Por fuerza de voluntad no va a quedar. El Ayuntamiento quiere exterminar la noche madrileña para que no haya problemas en las calles. Conmigo no lo conseguirán. El toque de queda lo tendrán que imponer de otra forma. Al menos en mi caso", concluye el dueño del bar.