Pescadores

El nuevo ministro de Agricultura y Pesca, Miguel Arias, tiene un montón de trabajo pendiente en Cádiz. La clave de su mandato pesquero no pasa por la renovación del tratado con Marruecos ni por conseguir ablandar a los mauritanos, sino por el cierre del caladero del Puente Carranza. El subdelegado del Gobierno, Miguel Osuna, siempre insensible a la tradición, ya ha dictado la orden: las decenas de cañas alineadas en el barandal deben desaparecer, que para eso se ha abierto un tercer carril con conos, reversible. El puente se ha estrechado y ahora los coches pasan a 20 centímetros de los pescadores. Las autoridades no van a permitir más tamaña ilegalidad, porque la pesca con caña en el puente siempre ha estado prohibida. Era ilegal pero artística, tanto que la imaginación local llegó a comparar el espectáculo con el cuadro de Las lanzas de Velázquez. Mientras duren las obras del soterramiento de la vía del tren habrá tercer carril. Ya se sabía que la operación ferroviaria iba a dar problemas pero no que amenazaría al acervo cultural gaditano: punto final al célebre Tren del gol que se mentaba en el estadio Carranza, una tradición que debe rememorar alguna diana del chileno Fernando Carvallo, allá por la década de los setenta, coincidiendo con el paso de una locomotora junto al estadio. Casi desde entonces el Cádiz SAD no mete goles.

A punto ha estado de imponerse una tradición de nuevo cuño en Cádiz. Espontáneamente, algunos ciudadanos -más bien turistas- comenzaron a depositar monedas en el fondo de la fuente sobre la que emerge el busto de Lucio Moderato Columela. Aquello fue durante el Carnaval, cuando el concejal de Vías y Obras, Francisco Vivas, decidió proteger la estatua con una reja para evitar las agresiones externas, que el romano ya había recibido dos ataques a su integridad. Pasó el Carnaval y el Ayuntamiento retiró la reja. Esta semana ya no quedaba ni una moneda. Cádiz no tendrá una Fontana de Trevi. Y es una lástima, porque podía haber sido otro atractivo turístico, como la Regata 2000, que convertirá a la Tacita en el centro mundial de los grandes barcos de vela a partir del jueves.

De todas formas, el sobrenombre de Tacita de Plata ya ha dado de sí todo lo que tenía que dar. Que le pregunten a la policía, que bautizó ayer como Operación Tacita la intervención de 309 kilos de hachís procedentes de Cádiz y con destino a la Feria de Sevilla.

ANTONIO HERNÁNDEZ-RODICIO