Sadam celebra su 63º aniversario mientras trata de ganar la 'batalla de las sanciones'

Irak celebró ayer con toda pompa y boato el 63º cumpleaños de su presidente, Sadam Husein, mientras se agitaba por doquier el lema: "Estamos consiguiendo ganar la batalla de las sanciones". Las ceremonias oficiales, que tuvieron como invitado invisible al propio jefe del Estado, culminaron en su villa natal, Takrit, donde se reunieron como todos los años los miembros del Gobierno, los representantes de un esquelético cuerpo diplomático y una legión de fieles ciudadanos. No faltó, en todo caso, la tradicional tarta.

El programa de los próximos acontecimientos políticos parece ya perfectamente definido en Irak, donde se asegura que el desembarco de los nuevos funcionarios de la ONU generará una oleada de tensiones que podría culminar el próximo invierno con otra operación bélica impulsada por EEUU y el Reino Unido, similar a la efectuada en diciembre de 1998. "Nos estamos moviendo en círculos, configurando así una serie de conflictos cíclicos", afirman los observadores diplomáticos destacados en Bagdad. Todos confirman a la vez la fortaleza interior del régimen, la incapacidad de los movimientos políticos del exterior para modificar la situación y la esperanza de que se inicie en cualquier momento desde el propio régimen una operación de cambio.

La población civil aguanta en silencio el estruendo de las bombas de los aviones estadounidenses y británicos, que han ocasionado en los dos últimos años más de 175 muertos. Con esta misma resignación está aceptando las duras medidas policiales que en algunos casos le obliga a abandonar determinadas áreas del país para intentar evitar explosiones de protesta.