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El exilio radical cubano fuerza la dimisión del jefe de policía de Miami

La tormenta desatada por la entrega de Elián González a su padre prosiguió ayer con la dimisión de William O'Brien, jefe de la policía de Miami, acusado por muchos exiliados cubanos de haber ordenado un comportamiento brutal a sus agentes durante las protestas callejeras del pasado sábado. En paralelo, el Gobierno de Bill Clinton, acusado por el exilio de Miami y los republicanos de hacerle el juego a Fidel Castro en el caso del niño balsero, intentó desmarcar su actitud de la del régimen cubano.La conducta de Castro en este asunto es "deplorable", según Peter Romero, secretario de Estado adjunto para América Latina. "Castro ha manipulado el caso por razones de política interna, para movilizar a su pueblo e intentar convertir esto en un choque con Estados Unidos, y además ha tenido el cinismo de hacerse pasar por un hombre de familia", dijo Romero.

La Casa Blanca y los departamentos de Estado y Justicia negaban ayer que las opiniones de Castro pesaran lo más mínimo en la decisión de reunir por la fuerza a Elián con su padre, Juan Miguel González. Y señalaron que, en contra de las muchas especulaciones que circulan en Miami y Washington, el pulso actual entre el Gobierno de Estados Unidos y el exilio cubano no va a cambiar lo que Romero tildó de "política correcta de aplicar sanciones económicas y otro tipo de instrumentos para intentar aislar a un régimen renegado y antidemocrático".

El exilio radical de Miami no se cree esas palabras y anticipa que el caso Elián va a culminar con una aproximación entre Washington y La Habana. Sus presiones a nivel local han conseguido, entretanto, que Joe Carollo, alcalde de Miami, condene la actuación de la policía local en la represión de los intentos de disturbios del sábado. Y proteste porque el jefe de las fuerzas de seguridad municipales, O'Brien, no le informara de la inminencia de la operación de agentes federales para hacerse con Elián.

Alcalde destructivo

Ante las críticas recibidas, O'Brien dimitió ayer. "No quiero seguir siendo jefe de policía en una ciudad que tiene como alcalde a alguien tan destructivo y divisor como Carollo", dijo. La dimisión acentúa el foso que el caso Elián ha abierto en Miami entre los cubanos y, en general, los hispanos, de un lado, y de otro, los anglosajones y los afroamericanos.

El Gobierno de Fidel Castro considera que ya no es sólo "la mafia de Miami" la que obstaculiza la solución del caso Elián, sino que ahora es el Departamento de Estado el que está "interfiriendo" el proceso de reintegración familiar y escolar del niño balsero. La Habana asegura que desde que el niño y su padre se trasladaron a una residencia en Wye Plantation, el Departamento de Estado lo único que ha hecho ha sido poner "trabas" y "problemas".

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