Los límites del arte
La Sociedad Saudí para las Artes y la Cultura es un santuario masculino. No es que no haya mujeres artistas, es que su presencia no está autorizada en ninguna de las sedes de la asociación. La llegada de la periodista crea tanto revuelo como expectación. Dos docenas de escritores, pintores, escultores, actores o bailarines de danzas tradicionales llenan la sala dispuestos a discutir las fronteras que acotan su arte."La imposibilidad de tener a hombres y mujeres juntos en escena es uno de nuestros principales problemas", manifiesta el autor de teatro Ibrahim Alhambra. "Hemos pedido permiso al Gobierno, pero no hemos recibido respuesta", añade Alhambra, uno de los cerca de mil socios de la agrupación en Riad.
Como no está bien visto que los hombres se disfracen de mujeres ni siquiera para las representaciones, los directores solucionan el problema con grabaciones de voces femeninas y una cortina tras la que se coloca el actor que representa el papel.
La fórmula no satisface a todos. En su última obra, Alhambra ha evitado el escollo de forma ingeniosa. "Trata de un mago al que varias mujeres acuden en busca de soluciones para sus problemas amorosos, entonces las consultas se las hacen por teléfono y así se evita la dificultad", explica satisfecho con la salida.
Curiosamente, en las obras televisadas, no se plantea la cuestión. "La televisión no es en directo y tampoco hay presencia de público como en el teatro", justifica el actor Ali Ibrahim repitiendo la explicación oficial. Las funciones son sólo para hombres. Una audiencia femenina exigiría una compañía sólo de mujeres.
De las paredes de la asociación cuelgan varios cuadros con escenas de mercado o de la vida beduina. A diferencia de otras interpretaciones del islam, en Arabia Saudí no hay problema con la representación de la figura humana. "La pintura es bidimensional, lo que está prohibido es su representación en tres dimensiones, por eso sólo hacemos esculturas abstractas", explica Ahmed al Juyali, un profesor de pintura sudanés que da clases en el centro. "Las únicas prohibiciones son el desnudo y el insulto a la religión, cualquiera que sea ésta", añade Al Juyali.
Alhambra admite que les gustaría "vivir en una sociedad más abierta", pero enseguida hay una voz en la sala que precisa: "No siempre, sólo algunas veces".
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