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Los Iñurrategi hollan el Manaslu Félix padece problemas de insensibilidad en los pies a causa del frío padecido en la ascensión

El País

Los montañeros vascos Alberto y Félix Iñurrategi hollaron en la madrugada de ayer la cumbre del Manaslu (Nepal, 8.163 metros), el undécimo ochomil que los hermanos guipuzcoanos han alcanzado durante su carrera deportiva. Los Iñurrategi han iniciado así con éxito la expedición Iñurrategi & EITB 2000, proyecto amparado por la radiotelevisión vasca con el que pretenden completar las 14 cimas de más de ocho mil metros que existen en el planeta, todas ellas en la mítica cordillera asiática.Los hermanos guipuzcoanos alcanzaron la cumbre del Manaslu a las siete de la mañana, hora nepalí, poco después de las tres de la madrugada de ayer en la España peninsular. La ascensión se producía cuando los de Aretxabaleta se encontraban ya al límite de reservas de agua y alimentos. De no haber ascendido en ese momento, los montañeros se hubieran visto obligados a regresar al campo base, retrasando la ascensión al menos una semana.

El intenso frío que los montañeros tuvieron que soportar en el tramo final de la ascensión -700 metros, desde el campo 3 hasta la cumbre- ha tenido como consecuencia una pérdida de sensibilidad en las yemas de los dedos de los pies de Félix, algo que también le ha ocurrido a José Garcés, un montañero aragonés que hizo cumbre junto a los hermanos vascos.

Ascensión larga y fría

"La ascensión ha sido larga y muy fría. Hemos tenido que marchar muchas horas de noche, salvo las dos últimas, y hemos sufrido un intenso frío. De hecho, Félix y Pepe, el aragonés, vienen quejándose de los pies, en los que han perdido la sensibilidad. La verdad es que ha sido una ascensión muy dura", narró Alberto.

Afortunadamente, se ha podido confirmar que las lesiones en los pies de Félix Iñurrategi y Pepe Garcés no son importantes y ambos podrán regresar hoy al campo base. Además, la belleza del paisaje ha compensado, según el propio Alberto, la extrema dureza de la ascensión. "Hemos disfrutado con el amanecer, que ha sido inenarrable. Nos ha cogido a una altura de 8.000 metros, casi en la cumbre, y ha sido impresionante. Más que de la cumbre hemos disfrutado de ese momento", describió.

Tras recuperar fuerzas y ver como evolucionan las molestias de Félix, que no parece vayan a impedirle continuar con el programa previsto, los Iñurrategi se desplazarán en los próximos días al Annapurna (Nepal, 8.091). Esta montaña es el segundo de los dos colosos que pretenden alcanzar en la primera de las dos partes en las que han dividido una expedición que tiene como objetivo completar de dos en dos las cuatro cumbres que les quedan para sumar los catorce ochomiles. Si lo consiguen, regresarán a casa para descansar antes de afrontar las ascensiones a sus dos últimas cumbres, los Gasherburn I y II (8.047 y 8.035 metros) pakistaníes, que tienen previsto hollar, una tras otra, el próximo mes de julio.

El frío contra el oxígeno en el Everest

ÓSCAR GOGORZA Campo base avanzado del Everest (Tibet)

ENVIADO ESPECIAL

Campo base avanzado, ABC en inglés. Campo desidia para los españoles aquí instalados. Altitud, 6.400 metros. Temperatura, 17º bajo cero dentro de la tienda; fuera, bastantes menos. Movilidad, escasa. Comodidades, invisibles.

Vistas espeluznantes, con la pared norte del Everest a 100 metros de las tiendas y el collado norte a tres horas de marcha. Tres horas para encaramarse a 7.000 metros y asomarse a un balcón de vistas insólitas, con el campo base sur al fondo. El collado es ahora un enjambre de tiendas donde ya se han instalado los navarros de Retena-Odisea, Juanito Oiarzabal y su grupo y la expedición andorrana. El campo base avanzado es, para muchos, una ratonera. Instalado el campo 1, hace falta un tiempo de espera hasta montar el campo 2, a 7.800 metros. Y esa espera consume, y no sólo el ánimo.

Una semana después de aterrizar, los expedicionarios españoles se han abandonado a tácticas dispares.

La mitad de ellos ha pisado el campo 1 y se ha replegado hasta el base, a 25 kilómetros de distancia, un lugar donde se puede respirar razonablemente. Aquí se mantienen fijos Oiarzabal, su afonía y su equipo; Willy Bañales y su garganta maltrecha; el grupo andorrano y sus problemas físicos.

Todos argumentan que el descenso es largo y su discurso tiene implicaciones morales: se trataría de llevar a cabo algo así como una retirada. Todos insisten en alcanzar el campo 2, a 7.800 metros, y después descansar. En los próximos dos días las expediciones de Retena, el grupo de Juanito Oiarzabal y los vascos de Euskaltel pretenden colocar un depósito de material en el campo 2. Este deseo obedece a una suerte de fiebre por ganarle metros a la montaña, actitud que no casa con la climatología: aquí, muchos aspiran a escalar el Everest sin ayuda de oxígeno, ambición utópica si el frío no se desvía.

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