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RELATO DE UN AMIGO DE ESTHER RAMOS QUE LOGRÓ SOBREVIVIR "Caíamos unos encima de los otros, fueron 10 minutos terribles"

La joven española Esther Ramos López llegó a Lisboa el pasado viernes con dos amigos para pasar el fin de semana en la capital portuguesa. Allí se citaron con otra amiga y su novio, J.S., de 24 años, que reside en Lisboa y que prefirieron preservar su identidad. Todos ellos y un grupo de portugueses se fueron de marcha por diversos locales, hasta acabar en la discoteca Luanda. J.S. explicó ayer a EL PAÍS que fueron a ese local "porque era la discoteca africana de moda, a la que había ido como un mes atrás". Lisboa es uno de los destinos turísticos más visitados por los españoles durante las vacaciones de Semana Santa.El español residente en Lisboa explica que la tragedia se produjo dos minutos después de que el grupo de españoles entrase en el local, alrededor de las cuatro de la madrugada: "Cuando llegamos, la gente empezaba a salir y no sabíamos muy bien por qué. Gracias a Dios, no tuvimos tiempo de llegar hasta el fondo de la sala, porque eso hubiera sido mucho peor. Nada más llegar a la primera barra notamos que nos comenzaban a llorar los ojos y sentimos que no podíamos respirar. Después hemos sabido que era por los gases que lanzaron en el interior" del local.

Atrapados en el embudo

"Inmediatamente", relata J.S., "nos volvimos hacia la puerta principal, por donde habíamos entrado, y allí se formó una avalancha total, un embudo tremendo. No lograbas andar, caíamos los unos encima de los otros. Fueron 10 o 15 minutos terribles. Mi novia y yo quedamos atrapados de cintura para abajo y no podíamos salir. Estábamos completamente inmovilizados. Nos intentaron sacar los porteros, pero era imposible. Les dijimos que primero tiraran de los de arriba y así lo hicieron". Todo ello, en medio del pánico y la histeria general.

El fatal embudo se produjo también debido a la instalación de unas barras metálicas con unas cadenas, instaladas a modo de pasillo para controlar la entrada en la puerta principal.

No obstante, el joven español opina que el servicio de seguridad de la discoteca actuó "bastante bien; fueron muy rápidos, aunque no lo suficiente como para evitar esas muertes, pero también es normal porque el embudo era tremendo. Desgraciadamente, la gente que se quedó más abajo fue la que sufrió todo el peso". "Al cabo de unos diez o 15 minutos", añade, "mi novia y yo conseguimos salir. Buscamos al resto del grupo y vimos que Esther no estaba. Regresamos en su busca y ya la encontramos en muy mal estado. En plena calle, la intentamos reanimar. Le hicimos la respiración boca a boca y le dimos un masaje cardiaco, pero no respondía".

Los esfuerzos por reanimarla fueron inútiles. La joven Esther Ramos falleció en brazos de sus amigos, sin que éstos pudieran hacer nada más por su vida. "En total", dice J.S., "éramos un grupo de diez, entre españoles y portugueses. Esther había venido a pasar el fin de semana con sus amigos y tenían intención de quedarse hasta el martes. Hoy, como puedes imaginar, estamos destrozados, sobre todo los que vinieron con ella". El grupo se encontraba en la tarde de ayer declarando en una de las dependencias de la Policía Judicial portuguesa.

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J.S. está derrumbado, pero aún peor están los amigos que vinieron con Esther desde Madrid, Noelia y J.P., de 20 años. Ambos prefieren también guardar sus identidades completas.

"Estamos esperando", dice J.S. "que lleguen sus padres para que se los lleven. No me atrevo a meterles en un avión. Prefiero que les vengan a buscar y se vayan con sus padres. Llevan todo el día llorando y sufriendo".

La tragedia se prolongó durante todo el día de ayer. Los jóvenes avisaron al padre de Esther a primera hora de la mañana. Este periódico intentó comunicarse con él, pero Vicente Ramos colgó el teléfono muy nervioso. Los servicios del consulado español en Lisboa se negaron a facilitar la identidad de la joven hasta que su padre diera personalmente la noticia a la madre, que se encontraba fuera de Madrid.

Nerviosismo

A media tarde de ayer, la madre aún no sabía nada y la información no se facilitó oficialmente hasta que los medios portugueses la difundieron. Al no facilitarse su identidad, se desató cierto nerviosismo entre decenas de familias españolas que tienen a sus hijas de vacaciones en Lisboa, lo que causó a lo largo del día multitud de llamadas a la Embajada y servicios de información españoles para conocer el nombre de la fallecida.

El padre de la joven, Vicente Ramos, pidió a los servicios consulares españoles que no facilitaran su identidad hasta que él, personalmente, trasmitiera el trágico desenlace a su esposa, pero a media tarde de ayer seguían sin respuesta. Avisados desde Lisboa, los servicios de Interpol de Madrid comunicaron la noticia a la Embajada española alrededor de las diez de la mañana.

El cuerpo de la joven se encontraba ayer en el Instituto de Medicina Legal de la capital (el Anatómico Forense), donde estaba previsto practicarle la autopsia.

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