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Un niño de 11 años muere aplastado por un chopo derribado por el viento

Óscar Escudero Rodríguez, de 11 años, murió ayer tarde, mientras jugaba de portero al fútbol, al caerle encima un chopo de 15 metros de altura derribado por el fuerte viento. Ocurrió frente a la casa de Óscar, en el número 147 de la calle del Cristo de la Victoria (Usera). El muchacho fue golpeado por la copa del árbol. Eran las 19.05. Las ramas derribaron al chaval contra el suelo, con la fatalidad de que su cabeza golpeó con violencia la acera. Su madre presenció el accidente y exclamó: "El árbol ha dado a un niño". A los pocos segundos descubrió que era su hijo. Los médicos del Samur no pudieron reanimar al chico pese a que lo intentaron durante más de 45 minutos. Murió como consecuencia de un traumatismo craneoencefálico que le provocó una parada cardiorrespiratoria.

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El Ayuntamiento mantiene que el chopo caído se encontraba en buenas condiciones

El árbol se tronchó por la raíz a causa del fuerte viento que ayer tarde sopló en Madrid, según la Jefatura Superior de Policía. Los vecinos de la calle del Cristo de la Victoria recordaron anoche con pesar que el año pasado ya se cayó otro árbol. Y que, pese a sus quejas por escrito ante la Junta Municipal, debido al mal estado de los árboles, nunca les hicieron caso. En el último pleno del distrito, el grupo PSOE-Progresistas también pidió una actuación urgente por el "deterioro incontrolado de los chopos".

El niño fallecido era hijo único. Hincha del Real Madrid, como su padre, que trabajaba en una fábrica de alambres, Óscar jugaba de portero en el equipo de fútbol de su colegio, un centro concertado de Usera, y pasaba los ratos libres en el patio de su casa jugando con sus amigos. Ayer bajó a la calle, por la que no pasan coches, al ver que se encontraban varios compañeros de colegio peloteando. Su madre le siguió. El chico, con sus guantes de guardameta, se puso de portero entre dos árboles. "Empezamos a chutarle unos tiros flojos y al momento oí unos gritos de 'cuidado, cuidado", explicó Miguel, de 13 años. La voz que advertía del riesgo era la de Eva, otra adolescente que estaba sentada en un banco de la calle. "Todos nos retiramos a tiempo porque el árbol no cayó de golpe. Óscar trató de ir hacia atrás refugiándose detrás de otro árbol, pero tuvo la mala suerte de que le golpeó y le tiró contra el suelo", contó Eva. PASA A LA PÁGINA 7

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