La pelota está ahora en el tejado de Clinton
Vládimir Putin ha cumplido su parte: ha forzado a la Duma a ratificar el Start II colocando la pelota en el campo del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. Éste tenía previsto decidir sobre el despliegue de un sistema antimisiles antes de finales del verano, aunque tal vez se tome más tiempo, hasta el otoño, para intentar vencer la resistencia de Rusia, ya que eso exigiría romper el tratado ABM o desnaturalizarlo.Richard Nixon y Leonid Brezhnev firmaron en Moscú, el 26 de mayo de 1972, el tratado ABM antimisiles balísticos que en las décadas siguientes se convirtió en eje del desarme nuclear. El liderazgo de Rusia, país que heredó los compromisos internacionales de la URSS, sostiene que, si se rompe ese eje, el edificio entero se viene abajo. Putin aseguró ayer en la Duma que está dispuesto a estudiar medidas para hacer frente a las nuevas amenazas con misiles, pero sin hacer tabla rasa de los compromisos vigentes.
El ABM se basa en que sólo el temor a la destrucción propia y segura por el contraataque enemigo puede frenar la agresión nuclear. Por eso permitía tan sólo dos áreas (muy alejadas entre sí) en las que cada país puede desplegar un sistema antimisiles, con fuertes limitaciones de su potencial, de forma que nunca pueda dar pie a un sistema global de protección.
Una de las zonas debe ser la capital del país, y la otra una base de lanzamiento de cohetes intercontinentales. El artículo V señala específicamente: "Cada parte se compromete a no desarrollar, probar o desplegar sistemas ABM o componentes basados en el mar, el aire, el espacio o móviles terrestres".
No es cuestión de buscar formas de burlar el espíritu del tratado respetando su letra. El plan de EEUU choca frontalmente con la esencia del ABM. La gran pregunta es si, llegado el caso, Rusia responderá al desafío y actuará como la superpotencia que un día fue o como el poder residual en que se ha convertido.
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