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Reportaje:

El piano como bandera

Ginés Donaire

Los visitantes que se han acercado en los últimos días a Jaén se han encontrado con una ciudad engalanada, donde los clásicos carteles que reivindican la capitalidad mundial del aceite de oliva han compartido protagonismo con los que recuerdan que, al menos una semana al año, Jaén es el epicentro mundial de los virtuosos del piano.La rutina del acontecer diario de la ciudad se ha visto alterada por las sonatas de Beethoven, Chopin, Mozart, Schubert o Albéniz que, desde las piedras nobles del Conservatorio de Música, se esparcían por los ambientes culturales e incluso los corrillos de la ciudad, sorprendidos por la variedad lingüística que estos días se concentra en Jaén gracias al concurso de piano.

Y no es algo casual. En 1956 nacía el Premio Internacional Jaén de Piano, hoy convertido en el segundo más importante de todos los que se celebran en el país. Más allá de su dotación económica (las 5.000 pesetas del primer premio en la edición inaugural se han convertido hoy en tres millones), el Premio Jaén de Piano es ya una referencia ineludible para los jóvenes talentos musicales de todo el mundo. Hay que tener en cuenta que la edad máxima permitida para presentarse al concurso es de 32 años.

En esta edición han sido 16 los concursantes (la mitad de los inscritos inicialmente), representantes de 11 nacionalidades. Países tan diversos como Japón, Corea, Taiwan, Bulgaria, Lituania, Rusia, Italia, Inglaterra, Venezuela, Grecia o España han contado con embajadores musicales en el concurso.

Tras una intensa semana de pruebas clasificatorias la final la protagonizaron ayer, en un Teatro Darymelia completamente abarrotado, el japonés Seino Naoya, la lituana Ieva Panomariovaite y la griega María Sissi, las dos últimas participantes por segunda vez. Acompañados por la Orquesta de Córdoba, dirigida por José Gómez González, los tres finalistas interpretaron música de Beethoven.

No lo tuvo nada fácil el Jurado, presidido por Guillermo González, Premio Nacional de Música y catedrático del Conservatorio de Madrid. Tuvieron que decantarse entre la técnica depurada del japonés Naoya Seino, un fumador empedernido afincado en Salzburgo y con varios premios internacionales en su poder; el virtuosismo de la gran escuela rusa representada por la lituania Ieva Panomariovaite, que antes incluso de conocerse su pase a la final ya llevaba muchas horas preparándose para la ocasión; y la energía de la griega con nombre de emperatriz María Sissi, quizá la más abierta y afable durante los días del concurso.

Al final la ganadora fue la griega María Sissi, que consiguió los tres millones de pesetas del primer premio, y conquistó también el premio María Sabater (dotado con 500.000 pesetas) a la mejor interprete de música española. El segundo premio (dotado con dos millones) fue para la lituana Ieva Panomariovaite. El japonés Seino Naoya fue tercero en el concurso general (con un premio 700.000), pero fue el primero del premio de música contemporánea (500.000).

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Ahora viene el trabajo para los afinadores de los pianos del Conservatorio, pues como indica la directora, Inmaculada Báez, quedan prácticamente destrozados por la paliza de tantas horas de concurso.

Y queda también la satisfacción para el centenar de personas que han contribuido a que el nombre de Jaén suene en todos los rincones del mundo con el piano como eje comunicador. La Diputación de Jaén, organizador del evento, ha posibilitado el seguimiento del concurso por Internet.

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