La desesperación invade a la afición italiana
Ahora el fútbol tiene miedo de perderlo para siempre. La conmoción iniciada como un vendaval en la noche del Olímpico continuó soplando durante todo el día después del drama de Ronaldo. En el final de su noche más triste pudo recibir el afecto de sus seres más cercanos, su mujer y su pequeño hijo, que sin embargo no pudieron viajar con él a París, dada la edad del bebé (una semana). Milene Domingues, su esposa, intentó mostrarse optimista y declaró que "la fe le sostendrá". Por la mañana, la desesperación navegó en Internet; desde temprano la página web del Inter y el sitio oficial de Ronaldo entraron en colapso. Eran miles los que pulsaban con la esperanza de una noticia alentadora. Sobre el mediodía partió el avión que lo llevaba a París para que el profesor Gerard Saillant pudiera examinar minuciosamente (una vez más) su rodilla. Ni los cibernautas ni los periodistas que esperaban recibieron un diagnóstico alentador. Esta vez el tendón rotuliano no sólo estaba rasgado como hace cinco meses, ahora estaba directamente roto. Antes de entrar al quirófano, Ronaldo tuvo la fuerza de mostrase un poco más entero: "Me siento mejor, me siento en las manos del mejor cirujano del mundo".
A las 18.30 comenzó la operación, en la que primero se aislaron los ligamentos, luego se suturó con una técnica muy especial el tendón herido y por último se reforzó con una plástica toda la zona comprometida. El postoperatorio, sentencian, durará al menos dos meses; luego iniciará la terapia de recuperación que anuncian lentísima, sin arriesgarse a establecer tiempos. Desde Brasil, donde el impacto de las imágenes inundó de tristeza su inmensa geografía, se multiplican voces de esperanza. Un famoso fisioterapeuta, que en sus manos tuvo la recuperación de Falçao o Juninho, aseguraba que estas lesiones son recuperables si se tiene paciencia y fe.
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