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Un pensionista vendía aceite adulterado a 20 establecimientos de pueblos sevillanos

Un pensionista del barrio sevillano de Torreblanca está acusado de vender aceite adulterado al menos a una veintena de pequeños comercios y establecimientos de hostelería de Sevilla, San José de la Rinconada, Villaverde del Río, Cantillana, Dos Hermanas, Bellavista, Valdezorras o Carmona. El aceite en cuestión se vendía como de oliva virgen, pero en realidad el 80% del mismo era de semilla. Además, las garrafas llevaban estampadas la etiqueta de Sierraoliva, un reputado producto de una cooperativa de Cabra del Santo Cristo (Jaén).En la tienda del sospechoso la Guardia Civil encontró 5.000 litros de aceite de girasol, 2.000 de de semilla y otro tanto de oliva. A principios de marzo, el pensionista y los 20 hosteleros pasaron a disposición de un juzgado sevillano.

Tras hacerse pública la noticia, la Guardia Civil tuvo que afanarse en puntualizar las primeras versiones de algunos medios que hablaban de que el citado aceite podría ser tóxico. Antes de actuar contra el pensionista de Torreblanca, los agentes que seguían el caso enviaron un litro de la sustancia al Instituto de la Grasa en Sevilla. Se concluyó que "no se ajusta a las determinaciones correspondientes para el aceite de oliva virgen para consumo humano", según el citado informe, que se basa en una reglamentación sobre calidades fijada por la Unión Europea. Si el producto es tóxico o inocuo sólo se sabrá después de los análisis del Instituto de la Salud Carlos III de Madrid.

En las etiquetas de las garrafas de 1, 5 y 25 litros figuraba la razón social de una empresa de almacenes de madera de Sevilla, ajena a todo el fraude. La cooperativa de Jaén ya ha anunciado que demandarán al pensionista por el daño causado a su marca comercial, informa Carmen del Arco.

Sin embargo, la familia del sospechoso asegura que están lejos de ser la causa del fraude. La tienda nació hace poco más de tres años después de que un infarto jubilara de su trabajo como camionero, precisamente transportando aceite, al ahora encausado. Un día un hombre se acercó al establecimiento a comprar aceite se semilla a granel. De paso, siempre según la citada versión, les ofreció vender el aceite con la etiqueta de Sierraoliva. La familia del encausado rechaza de plano tener nada que ver con la adulteración del aceite -no pusieron ni una sola etiqueta- y se lamenta del prestigio perdido, quizá para siempre.

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