_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El espanto

Juan Cruz

Álvaro Vargas Llosa escribió En el reino del espanto (Seix Barral) antes de que Fujimori se sometiera por tercera vez a un proceso electoral; el dictador peruano, responsable del espanto del que escribe con dramatismo y perplejidad su compatriota, ha llenado su país de pánico, lo ha integrado en la legendaria retahíla de países peligrosos por los desmanes de sus gobernantes y ha querido perpetuar ese delirio de tortura y de arbitrariedad haciéndose elegir de nuevo en medio de un clamor de fraude que ha asustado, incluso, a sus antiguos patrocinadores, EEUU; Mario Vargas Llosa, padre de Álvaro, narra en su última novela (La Fiesta del Chivo, Alfaguara) cómo empezó a declinar la estrella sanguinaria de Trujillo en Santo Domingo; fue cuando la flota norteamericana hizo ver desde el mar su vigilancia contra aquel reino del espanto que prosiguió incluso tras el asesinato del dictador. EEUU no pudo más, era demasiado evidente el horror; y ahora pasa lo mismo: el dictador peruano, que se ha servido de asesinatos de opositores, del acoso cruento e incruento de comunicadores independientes, a los que despojó de sus derechos e incluso de su nacionalidad (el caso de Baruch Ivcher, periodista de origen judío, cuyo canal de televisión clausuró Fujimori antes de impedir que el periodista siguiera siendo peruano), ha tenido una mano derecha, y de hierro, que fue primero de la CIA y ahora ha hecho su horror demasiado evidente como para que los que antes le mandaron le sigan permitiendo sus desmanes habituales y terribles. Ese hombre, Wladimiro Montesinos, dirige desde la sombra, ahora groseramente obvia, una represión que repugna y que parece que asusta más a EEUU, en esta hora, que a los países que antes se horrorizaban con los gobiernos de los dictadores. La campaña electoral actual, con su secuela de fraudes histriónicos que ha colmado la paciencia de los peruanos, ha sido sólo la gota que ha llenado un vaso venenoso, que ha ido llenándose de sangre y de podredumbre en un universo cuya globalización excluye, parece, la condena unánime e internacional de los que hacen del poder una forma de aplastar con la bota militar y con la tortura física la dignidad de la gente. Un espanto que prosigue. Si el presagio de EEUU completa el círculo tendremos la paradoja de que el gran aliado se convierte, otra vez aquí, en justiciero. Lo que es la vida.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_