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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cautivo del PP

Jordi Pujol logró ayer dominar la revuelta de quienes se oponen dentro de su partido a dar el voto afirmativo a la investidura de José María Aznar. El órgano máximo de Convergència Democràtica de Catalunya entre congresos, su consejo nacional, se vio obligado a aprobar una moción que deja manos libres a Pujol en vez de votar directamente sobre la actitud que deben tomar los diputados convergentes en la investidura de Aznar. La delegación de la decisión sobre el voto de investidura al secretariado permanente, integrado por ocho personas de la absoluta confianza de Pujol, libera así al partido de la amarga tarea de votar afirmativamente a quienes han sido sus principales adversarios en la campaña electoral y a quienes siguen enfrentándose con el nacionalismo en razón de su política lingüística. No es casual que en la misma reunión donde recibió la confianza para votar a Aznar, los consejeros nacionales convergentes aprobaran también otra moción de apoyo radical al rector de la Universidad de Tarragona y que además la dataran en los "Països Catalans".Pero la dulce envoltura de la píldora no permite llamar a nadie a engaño. Pujol no cuenta ni siquiera con un poco de tiempo para disimular la realidad de su cruda dependencia del PP y se halla sometido a una carrera contra el reloj. El próximo 13 de abril se votan en el Parlamento catalán las enmiendas a la totalidad a los presupuestos de la Generalitat. Sin los votos de los populares, los nacionalistas se arriesgan a un revolcón. Convergència i Unió debía dar señales claras de sus intenciones antes de esta fecha, a riesgo de que los populares prefirieran dejar el campo libre a Pasqual Maragall para que empezara el derribo. Por ello anuncia, ya desde ahora, que se portará bien en la votación de investidura de José María Aznar, que no se realizará hasta el próximo 26 de abril. Sin tiempo que perder, Pujol disparó ayer sus bengalas para que el PP acuda en su auxilio. Es el escenario más difícil imaginado por los nacionalistas catalanes para afrontar la sucesión del líder que ha dirigido la coalición durante 20 años. Desde el 12 de marzo, Aznar no precisa nada determinante de Pujol y, en cambio, el líder nacionalista se halla más que nunca cautivo de los conservadores.

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