_
_
_
_
Reportaje:

Adiós al amianto

La entrada a la fábrica de Uralita, en Getafe, está tomada por las planchas onduladas, de color gris claro, que contienen "el bicho". Más allá están los tubos, las losetas, y cerca de 200 trabajadores, entre fijos y temporales, que conviven con ellos. "El bicho" llaman estos empleados al que durante años ha sido su medio de vida: el amianto, un silicato sobreutilizado en los años sesenta como material de construcción y hoy perseguido por la Unión Europea por sus efectos cancerígenos. La fábrica que Uralita, el mayor productor español de fibrocemento (uno de los derivados del amianto), levantó en Getafe hace 60 años, tiene los días contados: cerrará sus puertas en 2001, como "consecuencia inevitable de la reducción del mercado", según la empresa. Los trabajadores negocian estos días las condiciones de su despedida.Manuel Hernández y Gregorio Maroto, secretario y presidente del comité de empresa, aún no han cumplido los 50, pero entre los dos suman más de 60 años de trabajo en Uralita-Getafe. "Entré aquí con 14 años. Llevo 33 tragando amianto", cuenta Gregorio, que sostiene un gran puro en su mano derecha, "y ahora que estoy enfermo me quieren echar". El director de relaciones laborales de Uralita, José Pérez Domene, desmiente esa afirmación: "Hay alternativas para todos los trabajadores. La plantilla tiene una media de edad elevada, lo que dará lugar a muchas prejubilaciones; al resto le ofreceremos la recolocación en otras fábricas de la empresa en Madrid o alrededores", explica.

Pero los compañeros de Manuel y Gregorio no se fían. "Nos quieren mandar a la fábrica de Valladolid para poder vender estos terrenos. ¿Y qué hacemos nosotros en Valladolid? Tenemos toda nuestra vida aquí, nuestras familias, nuestros hijos. Y muchos llevamos el bicho dentro. No queremos ir a morir a Valladolid", protestan. Uralita tiene otras tres fábricas de fibrocemento en España, aunque todas están sustituyendo progresivamente el amianto por materiales no tóxicos, como la celulosa y el poliéster. Pérez Domene asegura que a Valladolid irán sólo "los voluntarios".

El del amianto es un problema ya viejo. Descubierto como "milagroso" material de construcción en los años sesenta, media Europa forró sus edificios con él hasta que, a principios de los ochenta, se levantó la alarma: el silicato mostró sus efectos cancerígenos y la Unión Europea empezó a controlar su uso y producción. España prohibió el amianto azul, el más tóxico, en 1993. Los 150 centros en los que el Ministerio de Sanidad ve hoy "riesgo de exposición" al silicato -25 de ellos en Ma-drid- trabajan con amianto blanco, cuyo producto más extendido es el fibrocemento. Pero el amianto blanco quedará también prohibido, según la UE, en 2005.

"Por eso", dice Manuel Hernández, "nos cierran la fábrica y se llevan el bicho a Brasil o Argentina. Cuando alguien empiece a protestar allí ya habrá muerto mucha gente". Uralita afirma que las fábricas abiertas recientemente en Brasil, Portugal, Alemania y Hungría "no trabajan con fibrocemento".

Los riesgos del puesto

"Nunca nos advirtieron de los riesgos que corríamos cuando entramos aquí", recuerda Gregorio. "Pasaron los años y, de repente, veíamos compañeros robustos que de un día para otro caían muertos. Te decían que había sido un infarto, pero luego descubrías que no, que era el asbesto [fibra de amianto]".

La asbestosis puede tardar hasta 15 años en manifestarse. "No lo notas, pero los que están a tu lado se preguntan por qué respiras tan mal. Cuando por fin el médico te saca asbestos, es que ya sólo te quedan tres meses".

Uralita introdujo hace años nueva tecnología para prevenir el contacto de los trabajadores con el amianto, y "al menos desde los años setenta" informa a los empleados de los riesgos del puesto. Hasta entonces, los trabajadores, según su relato, mezclaban el silicato con el agua "así, directamente, removiendo con palas, y las fibras de amianto se esparcían en el aire como si fuese polvo del suelo".

Una media de 440 personas murió anualmente entre 1989 y 1995 en España por asbestosis (atribuible al 100% a la exposición al amianto) o por cánceres de pleura y peritoneo (muchos de ellos en forma de mesotelioma, también provocado en un 80% de los casos por ese silicato), según cifras del Ministerio de Sanidad. En Uralita-Getafe reconocen que "ha habido algunos fallecimientos" (siete desde septiembre de 1999, según los trabajadores), aunque no precisan el número. "La empresa no quiere que le mentemos los muertos. Pero cada vez que nos sentamos a negociar, se los mentamos", dice Manuel.

Hace año y medio, la Audiencia de Barcelona condenó al Grupo Uralita a pagar 11,7 millones de pesetas a la viuda de un trabajador que murió a los 58 años de asbestosis pulmonar. La empresa ha recurrido esa sentencia al Tribunal Supremo, mientras otros seis ex empleados iniciaban un proceso similar en Alicante.

En Getafe, Manuel y Gregorio esperan conseguir de su empresa una prejubilación que les permita retirarse "en condiciones". "Si me quedan cuatro años quiero vivirlos bien. Y si me muero yo, que le quede el dinero a mi viuda", murmura Gregorio. Los hijos, mejor que trabajen en otra cosa. "Una carrera, o limpiar escaleras. Lo que sea menos esto. Si es que pueden".

Bomberos, planchas y tuberías

El amianto es objeto de polémica desde hace años. Rebosante de virtudes como material de construcción (es incombustible, aislante de calor y sonido, resistente a la corrosión química y a las torsiones), se extendió por toda Europa durante el boom constructor de los años sesenta y setenta. Con fibrocemento se recubrieron edificios, se plantaron tuberías y se levantaron tejados.También de amianto están hechos los trajes de los bomberos, las fundas de las tablas de planchar y las zapatas de los frenos de los coches. Pero las primeras voces de alarma surgieron ya en los años ochenta, cuando diversos estudios concluyeron que el "material milagroso" era nocivo para la salud. La exposición al amianto puede producir asbestosis (fibrosis pulmonar) y cáncer de pleura y pulmón.

Uno de sus usos más polémicos es precisamente el de las tuberías de conducción de agua. El Canal de Isabel II, que controla la red externa del suministro (no la del interior de cada vivienda) en la capital, asegura que sus tuberías se fabrican, desde hace años, con hierro y hormigón o materiales plásticos (polietileno).

El Canal reconoce, sin embargo, que en algunos municipios pequeños sí existen aún tuberías de amianto, aunque, según un portavoz, "ese material es tóxico por inhalación, no por ingestión".

Una opinión que no comparte Montse García, jefe de servicio de Salud Laboral en el Ministerio de Sanidad. "El amianto es tóxico en cualquiera de sus formas y usos. Lo que ocurre es que la tubería, si no está deteriorada, no tiene por qué soltar fibras de silicato, que ya está compactado y tratado. Nadie puede decir 'no pasa nada', pero un problema de salud pública tampoco es", explica.

Con las cañerías internas de las casas sucede algo parecido. La gran mayoría es de cobre, aunque aún quedan cañerías de amianto instaladas antes de publicarse la normativa que las prohibe. Según la asociación española de empresas instaladoras (Asefosam), es imposible saber su número y localización.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_