EH retira la escalera
Pedir a ETA que deje de matar va contra el espíritu de Lizarra, según Arnaldo Otegi. El portavoz de Euskal Herritarrok (EH) anunció ayer que su partido regresa a la posición anterior a la tregua: sólo esporádicamente, y en función del orden del día, participará en las actividades del Parlamento vasco. Ese desenlace era previsible desde que ETA había dictaminado, en su comunicado del 8 de marzo -en el que asumía la responsabilidad del asesinato de Fernando Buesa y su escolta-, que había llegado la hora de "terminar definitivamente con las instituciones que ha creado la imposición española".El pretexto para este nuevo paso en la ruptura del pacto nacionalista es la intención del PNV y EA de llevar a la Permanente de Lizarra una propuesta de declaración reafirmando la incompatibilidad entre construcción nacional y violencia, e instando a ETA a declarar una nueva tregua. Otegi piensa que ello supone "desnaturalizar" ese foro. La decisión de EH deja al Gobierno vasco en una situación insostenible de minoría permanente, según se puso de manifiesto ayer mismo: la ausencia de los 14 diputados de EH hizo que prosperase una propuesta de la oposición que exigía a ETA su autodisolución. PNV y EA se abstuvieron, junto con Izquierda Unida.
La situación de Ibarretxe -de viaje oficial en México, donde recibe "trato de jefe de Estado", según la prensa nacionalista- es dramática. La oposición le ha puesto repetidamente en evidencia: ha rechazado la ronda de conversaciones anunciada por él para ganar tiempo, le ha señalado que no habrá pacto sin elecciones previas y le hace perder votaciones sucesivas en el Parlamento. El PNV inicia movimientos destinados a dar cobertura política a una eventual nueva tregua de ETA. Pero el brazo político de la banda responde a esos gestos redoblando su agresividad contra el nacionalismo democrático. Le hizo subir con el pretexto de la paz y ahora le retira la escalera: no tiene interés en evitar derrotas al lehendakari o situaciones imposibles a un PNV que se cortó la retirada en su asamblea de enero.
ETA considera terreno conquistado el paso del PNV al soberanismo, y a lo que aspira ahora es a sustituirle como partido nacionalista hegemónico. Frente a eso, el nacionalismo vasco, y el lehendakari en particular, tendrán que elegir. Lo peor sería seguir como si tal cosa, desafiando a la oposición a que presente una moción de censura y dejando que sea ETA quien decida el calendario. Lo menos malo, pactar con los partidos democráticos un calendario que comprenda la convocatoria de elecciones anticipadas. Y encomendarse a los dioses para que los resultados permitan un Gobierno PNV-PP-PSOE.
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