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Entrevista:Juan María Atutxa

"Si resolver el problema nacional exige un solo muerto, no lo quiero"

Juan María Atutxa (Areatza, Vizcaya, 1941) se declara amante de los "debates calurosos", pero "desazonado" por la división de los partidos frente a la violencia. Entre sus ambiciones está convertir al Parlamento de Vitoria, con la ayuda de Internet y la televisión por cable, en "una caja de cristal" para la sociedad vasca. Pregunta. ¿Cuál es su balance de estos veinte años?

Respuesta. El de un enriquecimiento impresionante y beneficioso para la sociedad vasca. En 1980 había muchas expectativas, pero también incertidumbre. El día de hoy significa el acierto de aquella apuesta.

P. Pero la Cámara vive un momento de bajo perfil legislativo por la situación de minoría del Gobierno de Juan José Ibarretxe.

R. Sí, y eso me apena profundamente. Soy un fervoroso partidario de las funciones de control y siempre se las facilitaré a la oposición, pero también solicito al Ejecutivo que consiga apoyos para ser fuente de iniciativas. Si los tiene, recuperaremos el tiempo perdido.

P. No parece fácil. El PSE-EE se dispone a pactar con el PP en Álava.

R. Ni siquiera eso tiene que ser impedimento para acuerdos con los socialistas. Hay experiencias anteriores, donde hemos estado con ellos en el Gobierno y con el PP en Madrid o en el Ayuntamiento de Bilbao.

P. Se ha exhibido la presencia de EH en el Parlamento como un logro de Lizarra, pero ellos parecen tener una concepción puramente instrumental de esa presencia.

R. Traspasado su peso al Congreso de Madrid, EH tendría 62 diputados. ¿Alguien se imagina el respeto que impondría eso? Hay que exigirles una ducha política diaria para deshacerse de la contaminación adquirida a lo largo de años, pero también reconocer la legitimidad de sus votos.

P. ¿Por qué ha decidido celebrar por todo lo alto el aniversario?

R. Porque soy un absoluto convencido de la validez de esta institución, donde reside la soberanía popular, y de que el Estatuto ha dado resultados altamente positivos aunque no haya habido el talante y la sensibilidad de darle cumplimiento íntegro.

P. Esto contrasta con la negativa del lehendakari, en octubre, a celebrar el aniversario del Estatuto, del que nace este Parlamento. ¿Es esto prueba de confusión en el PNV?

R. El PNV no está confuso. Pero no es infalible y puede equivocarse en sus apuestas.

P. ¿Lo ha hecho ahora?

R. Todavía no es hora de establecer si hemos acertado o errado. Mientras demos dos pasos adelante y sólo uno hacia atrás, avanzamos. Aún no hago el balance definitivo.

P. ¿Debe el PNV rectificar, como le piden desde fuera y ahora también voces internas?

R. El PNV debe rectificar y reflexionar todos los días y lo hace. Pero no será por las peticiones malintencionadas de determinados partidos o políticos. Y, si estamos diciendo que todavía no sabemos si el resultado es éxito o estrepitoso fracaso, ¿por qué rectificar totalmente?

P. ¿Pondrá Lizarra a hibernar como modo honroso de salir del laberinto?

R. Mientras no haya otra cosa, ¿por qué renunciar a algo que está ahí y donde al menos algunos hablamos? ¿Por qué no atendemos la llamada voluntariosa y sincera del lehendakari y le decimos a qué distancia de Lizarra estaríamos dispuestos a sentarnos, sin pretender que nadie reniegue ni pase forzosamente por ese foro?

P. ¿Coincide en las apreciaciones críticas de algunas voces de su partido?

R. No echaré leña al fuego en una cuestión que crea crispación en cualquier formación política, y también en la mía. Hay cosas en las que coincido pero debemos trabajarlas dentro.

P. ¿Estuvo el error básico en mezclar pacificación con aspiraciones nacionales?

R. Esas dos cosas deben ir por carriles separados. Pero los que afirman que la paz no tiene precio, y lo suscribo plenamente, también mezclan cuando a continuación dicen que no harán tal o cual movimiento penitenciario si ETA no garantiza su final. Tampoco vale decir que pare ETA y de lo otro ni me hable usted. Porque el PNV nació como constructor de una nación. Nuestra relación con España lleva pendiente desde 1839. Mi partido habla de eso desde que existe y sigue queriendo hablar ahora. Pero yo no mezclo las cosas. La paz es la paz, y nada más. Si me dicen que el problema nacional se resuelve esta tarde a cambio de sólo un muerto, no lo quiero.

P. ¿Está ETA disputándoles el liderazgo del nacionalismo?

R. Intenta imponerse a la sociedad y, últimamente sobre todo, al conjunto del mundo nacionalista. Nosotros, entre quienes nos acusan de estar a su dictado y la propia ETA diciendo que rompe la tregua porque no hacemos lo que nos pide, estamos donde estábamos: siendo demócratas por encima de todo.

P. A la luz de su experiencia como consejero de Interior, ¿la dureza contra el PNV de los comunicados de ETA anuncia que los nacionalistas pueden ser también objetivo de sus atentados?

R. Perfectamente, y sin el menor género de duda.

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