Luminosa
De exquisita, embelesadora y muy reconfortante puede calificarse la actuación en Madrid de la israelí, de raíces yemenitas y criada en el Bronx neoyorquino, Noa. Esta intérprete, de profunda voz y técnica vocal apabullante, exhibió un estilo de canción renovada, en el que todas las influencias del pop y la canción de tintes acústicos se suman a su patente hecho diferencial -sus ricas raíces-, dando lugar a un producto cuidado y muy sorprendente, porque deja abiertos puntos de fuga para generar en el oyente la sorpresa. A esto hay que unir la luminosidad personal de la artista, traducida en una simpatía sincera y arrolladora ante la cual no hay barreras de desconfianza posibles.Rodeada de un excelente cuarteto de músicos, entre los que hay destacar a su guía, el guitarrista Gil Dor, y al increíble percusionista Zohar Fresco, Achinoam Nini -su verdadero nombre de pila- dejó de entrada claro su cariño por España y, en particular, por la ciudad de Madrid, de la que alabó su luz, que hace chispear todo.
Noa
Noa (voz y percusión), Gil Dor (guitarra), Gil Zohar (teclados), Zohar Fresco (batería y percusión) y Hagar Ben-Hari (bajo). Palacio de Congresos y Exposiciones. 3.500 pts. Madrid, miércoles 29 de marzo.
A continuación desarrolló, a lo largo de dos horas, bises incluidos, un repertorio que recorría los tres álbumes de su discografía, haciendo especial hincapié en el último y reciente Blues touches blue, en el que han colaborado Miguel Bosé y el también español dúo femenino Maldeamores.
De su enorme y expresiva boca de grandes dientes manaban hermosas composiciones de clásica concepción, pero llenas de quiebros estéticos que escapan al arquetipo estético del pop occidental y que las vuelven subyugantes. Se ayudaba además con un cuerpo y, en especial, unas manos que no paran de bailar cada nota, alimentando la sensación de alegría y felicidad interior que su música transmite. Sonaron de manera primorosa temas como el que da título al disco, que sirvió para iniciar la velada, Angel, Explain, Can I reach you y la canción perteneciente al filme de Roberto Begnini La vida es bella, a la que ella misma puso letra -todas ellas del último elepé-, así como su primer éxito, el dulce I don't know. La intérprete, que realizó hasta tres cambios de ropa, agradeció de corazón los aplausos de la sala llena y puesta en pie y se dispuso a ofrecer varios bises, en los que invitó a su compatriota David Broza a tocar un tema propio él solo y a acompañarla en una de sus dos primeras incursiones musicales en el idioma castellano: Uno queriendo ser dos.