Homenaje a Josep Maria Folch i Torres en el 50º aniversario de su muerte

Josep Maria Folch i Torres murió en diciembre de 1950 a los 70 años de edad. Ayer, en el Palau de la Generalitat, familiares y discípulos homenajearon al escritor en un acto que estuvo presidido por Jordi Pujol y en el que también tomaron la palabra el historiador Josep Maria Ainaud de Lasarte y Ramon Folch i Camarasa, hijo del homenajeado y director general de la fundación que lleva su nombre. Para éste, el aniversario que se conmemoraba ayer era el de la "segunda muerte" de Folch i Torres. La primera, dijo, acaeció en 1939, con el triunfo del general Franco en la guerra civil y el inicio de la decadencia del autor que "durante tantos años entró cada semana en las casas de muchos catalanes".Considerado por sus compañeros de generación como el más popular entre los escritores de los primeros 30 años del siglo, Folch i Torres tuvo que lidiar contra la etiqueta de "autor comercial". Ainaud de Lasarte hizo referencia en su parlamento al desdén de los noucentistes hacia su obra y al escaso eco que sus publicaciones tenían en la crítica de la prensa de la época. Sin embargo, a juicio de Ainaud, el acierto de Folch i Torres fue haberse encargado "de crearse un público". Folch i Camarasa inició sus palabras rechazando que a su padre se le hubiera negado el reconocimiento: "El único reconocimiento que él buscaba era el de los lectores, que nunca le abandonaron". Es algo que corrobora un artículo de Josep Maria de Sagarra aparecido en agosto de 1926 en La Publicitat: "Yo no soy ni partidario ni defensor de la obra de este buen amigo (...). por lo menos Folch i Torres ha enseñado a los literatos de nuestro país que, escribiendo en catalán, uno no acaba de morirse de hambre, y esto todos los que tenemos una pluma en los dedos tenemos que agradecérselo".

'En Patufet' y 'Els pastorets'

Lo cierto es que las revistas en las que escribía se vendían muy bien (En Patufet llegó a alcanzar, antes de la guerra civil, los 65.000 ejemplares semanales) sus obras de teatro se representaban con éxito (Els pastorets es aún imprescindible en las fiestas navideñas) y sus novelas han engendrado personajes que perduran en la memoria colectiva, como Massagran y Bolavà el detective.

Recordó Ainaud: "Después de pasar por la literatura llamada seria, para adultos, Josep Maria Folch i Torres se dio cuenta de que no había nada para niños, jóvenes y mujeres escrito en catalán", hueco que supo llenar de forma prolífica. La Biblioteca Gentil, la Biblioteca Patufet y las Aventures extraordinàries d'en Massagran son sólo algunos ejemplos de su actividad. Una actividad que, como recordaron todos los ponentes, no se limitó tan sólo a la escritura, sino a "la formación de personas y de un país". Este aspecto cristalizó, sobre todo, en los primeros años del siglo, con iniciativas como Els Pomells de Joventut de Catalunya, agrupaciones de jóvenes católicos y catalanistas que, como recordó Ainaud, suscitaron "la conyeta" de los sectores intelectuales y que fueron prohibidas en 1923 por la dictadura de Primo de Rivera. Folch i Torres escribió también en revistas catalanistas de corte radical, como La Tralla.

Folch i Torres no se marchó al exilio en 1939. Fue, como recordó Ainaud, un exponente del llamado "exilio interior de personas: ni desertaron ni abandonaron".