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Asuntos Sociales no admite a enfermos de sida en sus centros de disminuidos El Inserso dice no tener medios para atender dolencias "en marcha"

El Inserso (Instituto Nacional de Servicios Sociales del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales) no acoge a disminuidos físicos con sida, trastornos mentales u otras enfermedades cuyo proceso esté "en marcha". Así lo reconoció ayer Encarnación Blanco, subdirectora de Discapacidad, que atribuye este rechazo a la falta de medios sanitarios en unos centros pensados para alojamiento, manutención y servicios asistenciales.

"Los centros de acogida de disminuidos físicos pertenecen al sector de servicios sociales, y no hay medios sanitarios en ellos para atender a personas con una enfermedad en marcha", dijo ayer Encarnación Blanco. A la pregunta de si eso incluye una patología como el sida, Blanco asiente y añade: "Pero también, por ejemplo, trastornos mentales".El Inserso denegó en enero de 1999 el ingreso en su centro de Leganés (Madrid) de Aida Neves, una parapléjica que está medicada con retrovirales contra el sida y que carece de domicilio, por lo que lleva desde principios de mes recogida por su ex marido, Marcos Cáceres (ver EL PAÍS del pasado lunes). El rechazo del Inserso se basó en que Aida "necesita de cuidados sanitarios de forma permanente", lo cual Aida y su marido niegan.

En España hay 2,5 millones de personas con discapacidad. Los centros para disminuidos físicos no están aún transferidos a las comunidades autónomas. Son cinco en toda España, con unas 120 plazas en cada uno. El presupuesto es de 13.070 pesetas por persona y día.

A Aida no se la ingresa en un centro para disminuidos físicos porque necesita cuidados sanitarios permanentes, y tampoco se la ingresa en un hospital porque su situación no lo requiere. ¿Cuáles serían esos cuidados? Eulalio Martín, director del centro de Leganés, dice no recordar con exactitud el caso, y aduce: "Nosotros facilitamos al Servicio de Atención a Personas con Minusvalía una orientación sobre el solicitante, y allí evalúan si procede admitir o denegar. Pero los historiales clínicos no podemos revelarlos". Marcos Cáceres señala que el pasado día 4 el servicio de urgencias del Hospital Severo Ochoa no ingresó a Aida porque no presentaba "patología urgente".

Blanco indica un posible camino burocrático para Aida: "Puede presentar una nueva solicitud en la que un médico actualice su situación. Si está estabilizada, puede pasar a la lista de espera, que, dicho sea de paso, es larga". De modo más distendido, añade: "Casos así serían sencillos con que sólo un hospital de infectocontagiosos tuviera facilidades como sillas de ruedas y ascensores".

"El sida es transmisible, no contagioso", dice José Torres, de FASE (Fundación Anti Sida de España). "Se puede controlar, y no hace falta ser ingeniero nuclear para tomar periódicamente unas pastillas. Lo de Aida me parece un ejemplo de sida social, de discriminación. ¿No necesitan cuidados permanentes los diabéticos? ¿Y los enfermos que no pueden lavarse solos?"

"No hay centros adecuados para los discapacitados físicos", dice Fernando Becerra, presidente de FAMMA (Federación de Minusválidos de Madrid). "En cuanto te dan de alta en el hospital, no hay centro que sirva asistencialmente. Los de acogida tienen un problema enorme de plazas. En Madrid, donde el 60% de las discapacidades son físicas, el de Leganés no tiene condiciones de hospital y ha visto morirse a enfermos terminales que habían ingresado. No hay en España una política sociosanitaria. Por un lado tenemos lo puramente hospitalario, y por otro lo asistencial, y siempre son mundos paralelos que no se encuentran".

Exclusión contagiosa

"Me consta que al menos una vez en 1999 se rechazó el ingreso de una persona en un centro de acogida para disminuidos físicos, alegando la existencia de una enfermedad infectocontagiosa", dice Javier Barbero, psicólogo de la Oficina Regional del Sida de la Comunidad Autónoma de Madrid.

"Por los datos que tengo, la situación clínica de Aida Neves en cuanto al VIH está estabilizada. Lo que ella tiene es un problema funcional, la paraplejia, y por tanto un problema que es social y de alojamiento", dice Barbero. "En cualquier caso, tengo la sensación de que cada vez hay modos más sibilinos de exclusión por VIH, formas de exclusión social políticamente correctas que manejan más la estética salvadora que la corresponsabilidad para encontrar una solución".

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