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Teoría y prácticaJUAN JOSÉ MILLÁS

Juan José Millás

Llegará un día en el que habrá que sacarse el carné de peatón para andar por la calle. Y será difícil aprobar, no crean. En algunos colegios ya dan clases de educación vial, así lo llaman para que parezca algo, pero no son más que clases de peatón, clases de andar por la calle en vez de andar por casa. Los automovilistas tienen carné de primera, segunda o tercera en función del tamaño de sus vehículos. Entre los peatones también hay clases. No es lo mismo conducir un cuerpo que otro. No es lo mismo andar por la calle en busca de un asilo en el que pasar la noche que un restaurante de cinco tenedores en el que hacer la sobremesa. Se conduce con un estado de ánimo distinto.A veces, entre los automovilistas y los peatones se producen conflictos que tiene que dirimir el semáforo. El otro día un bebé de nueve meses fue aplastado por un camión en Embajadores y todo el mundo le preguntaba al semáforo si se encontraba en rojo o verde. El semáforo no respondió porque estaba llorando. Y es que en momentos de tanto sufrimiento da lo mismo el color del cristal con que se mira. La madre del bebé que conducía el cochecito sin carné de conducir cochecitos, está en el hospital. Lo vio todo, y es polaca. Quizá no conocía bien el funcionamiento de un peatón español. No sabe uno qué decir. Lo cierto es que hay camiones demasiado grandes, llenos de puntos muertos para el conductor, aunque se trate de un conductor de primera. Este periódico publicó una foto del cochecito retorcido que a primera vista parecía un ramo de flores abandonado en el lugar del accidente. Pero si mirabas más allá veías el cuerpo del bebé debajo del camión, tapado con una especie de papel de aluminio. Murió antes de alcanzar la condición de peatón.

Resulta curioso saberse peatón. Hasta hace poco, uno creía que era un mero viandante, un transeúnte, un ciudadano, pero no, no, somos peatones, lo que implica un cierto grado de especialización, de educación vial, como ustedes quieran. Un peatón especializado deber sabe que las ruedas traseras de los camiones grandes, cuando hacen un giro de 90 grados, se convierten en trituradoras de carne. Mucho hablar de los peligros de Internet para los niños, pero el peligro está ahí fuera, en la calle. La analogía mata más que la digitalina, si me permiten el juego de palabras.

Durante el último año fueron sancionados en Madrid 444 peatones. No son muchos frente a los automovilistas multados, pero da una idea de que el mero hecho de existir no le convierte a uno automáticamente en peatón. Para ser peatón hay que estudiar. Lo que no sabemos es si existe un código como el del automovilista, en el que uno pueda aprender las cuestiones básicas. Tampoco sabemos si cuando haya exámenes para peatones (todo se andará) habrá una prueba teórica y otra práctica. La teórica la imaginamos en seguida: consistirá en saber qué significa el color verde de los semáforos, qué el rojo, qué las rayas de cebra sobre el asfalto, etc. ¿Y la práctica? La práctica no sé, pero lo cierto es que hay mucha gente que ignora cómo aparcar su cuerpo sin molestar a nadie, cómo dar marcha atrás, incluso cómo girar a la derecha habiéndose pasado la vida sacando la mano izquierda.

Habrá que estudiar, que es a lo que íbamos. Y el modelo de comportamiento del cuerpo es el del coche. O sea, que a lo mejor prohiben también utilizar el móvil mientras se camina. El año pasado se cuadriplicaron las multas por hablar por el móvil en el automóvil (dicho así, parece una contradicción). Produce muchos accidentes, sin contar los sentimentales, pues la mayoría de la gente utiliza el teléfono para pelearse con su cónyuge. Ya veremos, pues, en qué acaba la cosa.

De momento es mejor que nos quedemos en casa. No todo el mundo está capacitado para peatonar, si puede decirse de este modo. Con el tiempo, la condición de peatón será una carrera de grado medio (bachillerato y tres años de universidad), de modo que si usted quiere salir a la calle sin titulación tendrá que contratar los servicios de un peatón profesional como ahora contrata los de un taxista. Todos los días aparecen puestos de trabajo nuevos. En eso se nota el dinamismo de una sociedad. El año pasado fallecieron atropelladas en Madrid 41 personas, pero en los dos primeros meses de este año ya van seis. Murieron por no saberse el código inexistente del peatón. Vivir es un milagro. Deberían pedir carné también para vivir. Muchos aprobaríamos el teórico, pero nos tumbarían en el práctico. Seguro.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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