Cuando llegue septiembre será peor
El asesinato por ETA de uno de los portavoces de la oposición y compañero en el Gobierno de Ardanza, no le merece más iniciativa al lehendakari Ibarretxe que esperar hasta después del verano, como si esa espera no corriera a favor y en la dirección de la dinámica generada por ETA tras la ruptura de la tregua. ¿Qué más tiene que soportar el lehendakari para encauzar la situación política fuera de la desmesurada influencia que ETA ejerce hoy? La espera no supone iniciativa alguna. Por el contrario, implica la supeditación a la dinámica nacionalista radical, al visualizarse unos apoyos al Gobierno vasco por parte de EH como el que disfrutó la semana pasada ante la proposición no de ley en la que se instaba a los responsables de la Ertzaintza a realizar mayores esfuerzos para garantizar la seguridad de las personas y colectivos que son objetivo de la kale borroka. Y estos apoyos se van a repetir hasta el verano.Mientras el Gobierno espera, la encargada de la casa del pueblo de Rentería, ante su enésimo ataque, no aguanta más y decide marcharse. ¡No se va a marchar! Hace semanas que mataron a Buesa y el Gobierno espera. Espera con el reciente apoyo de EH, que no condena los actos de esta naturaleza. Esperar hasta el verano es no esperar, es seguir pasivamente el guión del nacionalismo radical.
Mientras tanto se visualizan determinados hechos que hacen imposible en un futuro reformular la política y los apoyos del Gobierno vasco de PNV-EA. Esta dilación aumenta la distancia entre las fuerzas políticas democráticas y el Ejecutivo, y en septiembre el lehendakari, a falta de acuerdo presupuestario, tendrá que convocar elecciones en una situación de crisis que ETA aprovechará de nuevo, o, por miedo a lo que venga, aceptar el apoyo de EH; una EH mucho más radicalizada que hace un año, mucho más prisionera de ETA que en el pasado. El lehendakari actúa como si no hubiera ocurrido nada.
La campaña electoral empezó con la irrupción de ETA asesinando a tres personas, la kale borroka es cada día más osada, estuvimos rozando el enfrentamiento civil, las elecciones han conmovido mapas electorales, el boicot a las votaciones ha sido un fracaso, y el lehendakari Ibarretxe no se puede consolar con la mejora electoral de su partido, so pena de mirar exclusivamente en clave partidista. Han pasado más cosas graves en lo que llevamos de legislatura, con una situación de crisis institucional profunda, más que las sufridas en el resto de nuestros veinte años de historia parlamentaria.
La espera profundiza la crisis de mañana deteriorando por momentos la situación, disolviendo el marco de juego. Las declaraciones del secretario general del PSE de Guipuzcoa, Manuel Huertas, amenazando con buscar sus propios medios de seguridad y declarando quebrado el Estado de Derecho en Euskadi son sumamente graves. Todavía quedan muchos días hasta el final del verano, y en esta dinámica el PNV no ofrece salida alguna: se mantiene en el Pacto de Estella, aunque la vida de éste se encuentre ralentizada.
Desde una estrategia ofensiva hacia los constitucionalistas, el PNV les está pidiendo conversaciones imposibles. Se puede, y se debe, largar cabos a los que están fuera del sistema desde dentro del mismo. Pero nadie se va a acercar al PNV si sospecha que lanza esos cabos desde fuera del sistema. Sería un trabajo de cíclopes no sólo atraer a EH y su mundo al sistema, sino convencer al PSE y al PP de que tienen que acordar una salida al Gobierno Ibarretxe para atraer al sistema al PNV y a los otros a la vez. Precisamente, además, cuando el PP se promueve como alternativa de gobierno, y el PSE no está para generosidades, y mucho menos para temeridades.
Después del verano, cuando llegue septiembre, será peor.
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