Dorfman usa la novela picaresca para mostrar la transición chilena El escritor publica 'La nana y el iceberg'

Ariel Dorfman (Buenos Aires, 1942) llevaba años tratando de que el humor que invade su vida diaria habitara en su literatura. No fue fácil huir de la rigidez de una obra como La muerte y la doncella, estrenada en 90 países, pero finalmente consiguió que su nueva novela, La nana y el iceberg (Seix Barral), estuviera a la altura de la picaresca erótica. "Cuando me senté a escribir notaba cómo salían todos mis fantasmas", aseguró el escritor el pasado miércoles.

Dorfman encontró el filón que necesitaba para meterse humorísticamente con la transición chilena cuando escuchó que el Gobierno de ese país se proponía ir a la Exposición Universal de Sevilla con un iceberg. "En ese momento supe que escribiría una novela de aventuras sobre la modernidad fracasada", relató el escritor en el curso de una videoconferencia desde la Universidad de Duke en Estados Unidos, donde vive. Dorfman llevaba tiempo tratando de mostrar las tensiones de los años post-Pinochet desde un punto de vista humorístico y aquel pedazo de hielo, al que los organizadores de su traslado veían como una manera de mostrarle al mundo una imagen diferente de Chile, le dio la ocasión que buscaba. "Desde el principio entendí que la transición, además de dolorosa, era un fenómeno farsesco, donde muchos seres humanos creen ser lo que no son".Ariel Dorfman, que empezó la redacción de La nana y el iceberg en español para inclinarse después por el inglés -"Soy enteramente bilingüe"-, se reconoce heredero de los escritores satíricos rusos y de los pícaros españoles. "Cuando empecé pensaba que era una obra de detectives, pero a medida que se fue desarrollando me di cuenta de que tenía la estructura típica de la picaresca. Soy el primer sorprendido de cómo los géneros determinan las cosas", aclaró el escritor, que recurrió a la figura legendaria de Don Juan Tenorio para definir a los personajes masculinos de la novela.