El sexteto Soneros del Changüí repasa la música campesina cubana
La jornada de hoy se presenta idónea para los aficionados a bailar música caribeña; al menos para los residentes en Getxo, ya que la sala Gwendolyne acoge hoy (20.00) la actuación gratuita de Soneros del Changüí, un sexteto de La Habana que promete ofrecer una actuación "agresiva, explosiva y sabrosa". En la velada no faltará son y trova tradicional, merengue haitiano ni, por supuesto, changüí, ritmo predilecto de este grupo dedicado a la música guajira, campesina, y abierto a la improvisación.Changüí no es ninguna región, sino "un tipo de música, más bien folclórica, de la zona oriental de Cuba", según confirma Jesús Mendoza, miembro de la formación isleña. Y el changüí, un género emparentado con el son, la salsa, el danzón o la guaracha; es precisamente lo que impera en A changüisear, el álbum que presentan hoy.
"El disco es un poco el reflejo de la tradición cubana. En él se refleja nuestra forma de vida, las costumbres, la idiosincrasia del cubano. Hacemos una fotografía de lo que es el cubano común", concreta metafóricamente Mendoza acerca de su estreno discográfico, publicado por Gaztelupeko Hotsak.
Pintar una escuela
El hecho de ser un conjunto formado hace siete años, y el contar con músicos experimentados, acredita a los Soneros del Changüí a la hora de atestiguar las dificultades que existen en Cuba para dedicarse profesionalmente a la música. Aunque sea inevitable reparar en ella cuando uno evoca la isla. "Es muy complicado, hay que tener mucha consistencia, mucha fe y mucho deseo de ser músico", señala Jesús Mendoza antes de que el guitarrista Luis Ángel Rodríguez, más veterano, recapitule la situación.
"La música en Cuba, aparte del esplendor que exteriormente refleja, tiene sus situaciones internamente engorrosas. Yo estudié en una Escuela Nacional de Arte, y en mi época la escuela estuvo bastante bien, porque estábamos subvencionados por la antigua Unión Soviética y sobrevivíamos. Luego, la cosa se tensó hasta tal punto que, por problemas de material, estuvieron a punto de desaparecer las escuelas. Pero bueno, gracias a organizaciones como Músicos Sin Fronteras se mantiene la cosa. Aunque, claro, vivir de profesional de la música es muy difícil, tenemos que esforzarnos al máximo para sobrevivir en el tope mínimo de la supervivencia", confiesa el músico.
Precisamente, parte del dinero recaudado por A changüisear estará destinado a financiar Pintar Una Escuela, proyecto humanitario promovido por la ONG Músicos Sin Fronteras. "La acción principal que hemos llevado a cabo en Cuba, la isla de la música, ha sido ayudar a Manuel Samuel, una importante escuela de música dirigida a los niños. Y otros objetivos han sido el resto de las escuelas", matiza Fran Lasuen, miembro de la ONG y productor, asimismo, del disco del grupo.
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