Fernando Arrabal arremete contra el puritanismo en su nuevo libro
Envuelto en abundante ropa y echándose encima varios cojines, porque, según dijo, se ha desacostumbrado a pasar frío, el imprevisible autor teatral y escritor Fernando Arrabal (Melilla, 1932) presentó ayer en Madrid su nueva novela, Levitación (Seix-Barral). La novela arranca con las reflexiones de un paralítico, puritano y religioso, que ve todo tipo de perversiones, físicas y psíquicas, en los cuidados de dos jóvenes enfermeras. "Los héroes de las novelas caen en todos los vicios que no quieren caer, algo que le ocurre al protagonista, un hombre que a propósito no tiene nada que ver conmigo", explicaba Arrabal, citando continuamente a Cervantes y El Quijote, que los sitúa como el principio de la novela y del mito de la modernidad. Para el autor de la novela La torre herida por el rayo, con la que ganó el Premio Nadal 1983, Cervantes es más moderno que Proust, porque deja hablar y hacer a los personajes como una aventura, mientras que el autor de En busca del tiempo perdido habla de una familia que ya conocía.
El misterio de cómo va a actuar un personaje rodeado de tentaciones y con una mentalidad tan lejos del autor, según aclaró él, es lo que le llevó a escribir Levitación, una obra que ambienta en Nueva York, donde Arrabal, que vive en París, tiene casa.
El protagonista paralítico también es atendido por dos homosexuales que lo inician en lo que considera los pecados más aberrantes. La inclusión de estos dos personajes la explica Arrabal en que el porcentaje de homosexuales en la sociedad es el mismo que en la Antigüedad y critica -y le da miedo- que sean objeto de la misma discriminación. "Desde Diógenes, una gran parte de la humanidad era homosexual y me parecía interesante confrontar a los dos personajes con el protagonista, que es homófobo", cuenta el autor, quien asegura que Levitación "le ha gustado mucho a Milan Kundera".
Arrabal, que se fue de España en plena dictadura franquista, no piensa volver de momento. "Para los racistas es negativo no tener una raza o un pueblo, y por eso estoy bien sin raíces, con las piernas siempre fuera del tiesto", dice.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.