El cruce de críticas entre dirigentes agudiza la crisis interna del PSOE

La crisis abierta en el PSOE tras su grave retroceso electoral se ha visto agravada por los pulsos internos a la hora de controlar el proceso que culminará en el congreso de julio. Las descalificaciones entre destacados representantes de las distintas familias se suceden y enconan el problema. Ayer, el presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, acusó a Joaquín Almunia de haber provocado un vacío de poder, mientras el madrileño Joaquín Leguina amenazaba a Ibarra por tratar con "desprecio" a la dimitida ejecutiva socialista.

Para Ibarra, el ex secretario general Joaquín Almunia no debía haber dimitido la noche electoral, sino que primero debía haber "atendido sus responsabilidades" para después convocar un congreso extraordinario o bien anunciar que se iría tras un congreso ordinario. Pero Ibarra, partidario de que en la gestora que dirija el partido no haya ningún miembro de la anterior ejecutiva, fue contestado ayer por el ex presidente de Madrid Joaquín Leguina. Para éste, Ibarra se ha referido con "desprecio" a los integrantes de la dirección. "Yo no me aferro a ningún cargo. Y éste es un mensaje dirigido directamente a Rodríguez Ibarra, que me va a oír en el comité federal [del miércoles]", advirtió Leguina. Pero las descalificaciones de ayer se suman a las ya registradas días atrás entre otras figuras del PSOE. Así, el ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra arremetió contra el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, por haber mostrado su disposición para liderar el partido. Guerra descalificó a Bono por haber estado "muy comprometido" con la anterior dirección "en eliminar de las listas a los denominados guerristas". Entretanto, el presidente de Andalucía, Manuel Chaves, intenta encontrar mañana, con los otros 16 dirigentes regionales socialistas (los denominados barones) un mínimo consenso para elegir a los integrantes de la gestora que dirigirá el partido hasta el congreso de julio.