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Donde estrena la cantera

Una antigua mazmorra de la inquisición. Eso fue en el 1600 la sede del Teatro Estudio, en la calle de Cabeza, 14 (metro Tirso de Molina). Sus 50 asientos son sillas anchas de una antigua biblioteca y a un lado del escenario, una puerta conduce a un patio de corrala con animales de hierro fundido de un taller de escultura. Ofrece cursos reducidos para 10 personas como máximo y apuesta por el rodaje de los espectáculos "un mes frente al público como mínimo", como explica su directora, Marina Wainer. El pasado enero la sala, que abrió en 1988, abandonó la coordinadora.Hace tiempo que también funciona "a su aire" La Asociación, en Vallecas (Sierra Carbonera, 32, metro Nueva Numancia), según su coordinador Óscar Vázquez. El teatro comparte espacio con la asociación de mujeres Nosotras Mismas. "Aquí cabe lo que no se da en las salas comerciales y sobre todo las inquietudes culturales del barrio", dice Vázquez. Muy a su aire, y desde hace mucho tiempo (abrieron en 1981) funciona la sala Candilejas (Bailén, 16, metro Ópera). Un recoleto escenario de dos por cuatro metro acoge montajes de pequeño formato frente a un grupo de mesas y sillas estilo art decó. "Este es además un bar de copas, que es con lo que nos podemos financiar, aunque ni mucho menos da dinero como ocurrió en los ochenta", describe Ramón Linaza, que lleva el local junto a Carlos Patiño y con él conforma Nineto y Absurdino, la compañía residente que hace montajes de humor. "Damos mucha importancia a los textos y a la interpretación", subraya. "Estas salas son una cantera donde se ruedan los nuevos valores", apunta. La actriz Antonia San Juan, por ejemplo, pasó dos años haciendo sus monólogos sobre este escenario que carece de subvención.

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Escuelas para el futuro

Más nuevas son las mujeres de la compañía El Norte de Venus, que desde hace dos años han puesto en funcionamiento el Teatro de las Aguas (Aguas, 8, Latina), uno de los más nuevos espacios alternativos de la capital, junto con La Enana Marrón, que es también un original cine donde se puede desayunar frente a películas de cine mudo, o al escenario del muy vanguardista Mercado de Fuencarral que fuera de la coordinadora y de subvenciones, subsiste con lo que da la taquilla y procura ofrecer "cada día una cosa diferente", como explica una de sus responsables, Carmen Mayordomo. Fuera de la capital también hay movimiento, como demuestran las salas Camableo, de Aranjuez; Gurdulú, en Leganés; Tyl-Tyl (especializada en montajes para niños) en Navalcarnero; el Teatro del Sol de Guirigai, en Arganda, o la por el momento extinta Ático de Getafe.

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