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Un rascacielos sobre cada estudio de detalle

Miquel Alberola

No son pocos los arquitectos y urbanistas que están convencidos de que los estudios de detalle hacen habitual lo que debiera ser solamente excepcional. La mayoría apunta hacia ellos como la causa de la proliferación de enormes torres en Valencia, respecto a cuyas formas algunos albergan serias dudas. Sin embargo, el director del Plan General de Valencia, Alejandro Escribano, desdramatiza esta fórmula que permite modificar los volúmenes de un edificio: "Es una herramienta muy útil, y los resultados formales posteriores pueden ser buenos o pueden ser malos". Escribano no cree que el estudio de detalle en sí mismo sea el problema ni que sea bueno crear la sensación de que cualquier remodelación de un plan general a través de un estudio de detalle es en sí misma mala. "Yo, que he dirigido el plan general de Valencia, en el que los estudios de detalle han modificado mi propia ordenación, no solamente no me molesta, sino que me siento muy satisfecho con el que han producido alguno de ellos", refiere. A su modo de ver, pretender desde un planeamiento ordenar alrededor de 4.000 manzanas "para siempre jamás y que no se pueda modificar es una utopía" porque las circunstancias cambian.

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Por el contrario, el arquitecto Carles Dolç sostiene que el Ayuntamiento dispone de un plan de urbanismo "muy bien elaborado en su momento", y no ve razón para que proliferen los estudios de detalle. "En algún caso pueden estar justificados, pero no la proliferación que ha habido en la zona de la Ciudad de las Ciencias, que no se justifica si no es por los intereses de los promotores", denuncia. Dolç cree interesante que se construya alguna torre suelta, "con calidad" y que personalice algún punto de la ciudad, pero mantiene que si son intervenciones espontáneas producto de promociones orientadas por la rentabilidad económica, "normalmente son un desastre".

Una de las objeciones que el ex alcalde Ricard Pérez Casado hizo al plan general en su momento "es que tenía mucho planeamiento diferido". "Eso pude ser bueno y puede ser malo", relativiza. "Por ahí podíamos volver a repetir lo que fue el Ensanche, que poco a poco se comía el terreno y lo que era una manzana amplia se convertía en viviendas longaniza". No obstante, Pérez Casado intuye que la perversidad del planeamiento diferido a través de los estudios de detalle sería la densificación, el incremento del aprovechamiento, "pero eso es sólo una parte, porque seguramente se puede densificar haciendo elementos de referencia para la ciudad".

Francisco Nebot cree que quizá se abuse de los estudios de detalle como consecuencia de que "en el planeamiento no han quedado bien resueltas las cosas, puesto que no van a la par de la evolución de la sociedad y el mercado". Nebot considera que el actual plan general se encuentra "agotado": "No se hizo en el año 1989, que es cuando se aprobó, sino que se empezó en 1986, y en todo ese tiempo las circunstancias cambian mucho". Este arquitecto echa en falta una figura intermedia entre el plan general y el plan parcial, al modo de "un estudio de detalle grande" que tuviera que poner de acuerdo a varias propiedades para no crear contrastes chirriantes.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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