Música e historia
La presente edición del ciclo Los siglos de oro se inició el 12 de febrero con el recuerdo de la música que pudo haber sonado en la coronación de Carlos V como Emperador en Bolonia en 1530. El segundo concierto, más allá de la contingencia, se ha planteado como un recorrido por la vida del monarca.Y la fiel compañía de Carlos V no fue la de cualquier música, sino la mejor que se hacía entonces en Europa. Por eso un programa confeccionado al hilo de su trayectoria vital es una lección de historia en todos los sentidos, porque implica conocer además cuál fue la evolución estilística durante cinco décadas trascendentales para la música occidental.
En ambos extremos del arco temporal, la música de Josquin Desprez y Orlando di Lasso. El primero, el compositor más innovador del Renacimiento pleno; el segundo, junto con Palestrina, Byrd o nuestro Victoria, uno de los que rubricaron el esplendor de la polifonía clásica. El tipo de construcción en los motetes de uno y otro -sobre un cantus firmus el fruto maduro de Josquin, con pasajes de una escritura claramente acórdica el juvenil ejemplo de Lassus, tomado de su Primer Libro de Motetes- es revelador del paso del tiempo.
"Los siglos de oro"
Obras de Desprez, Isaac, Gombert, Courtois, Crecquillon, Mantua, Vaet y Lasso. Collegium Vocale. Director: Paul van Nevel. Monasterio de las Descalzas Reales. Madrid, 15 de marzo.
Un buen grupo es aquel que sabe plegarse a la personalidad de su director. En ese sentido, el Collegium Vocale de Gante -una creación personal de Philippe Herreweghe- es un gran coro y sonó como le gusta a Paul van Nevel, que suavizó todos y cada uno de los ángulos del peculiar estilo interpretativo de su compatriota. Más que acomodarse a las músicas, Van Nevel suele hacer lo contrario: erigirse él y su visión de la Edad Media y el Renacimiento en la horma a la que han de ajustarse las obras. Su elección de tempi, su modo de emplear los trombones para reforzar o sustituir a las voces, sus estructuras o su concepción rítmica son, como poco, discutibles y sus criterios dieron más de sí en las piezas íntimas que en las solemnes. Lo mejor, la disciplina y la impoluta afinación del Collegium Vocale y la inteligente selección de obras, tan hermosas como infrecuentes. Sin olvidar el privilegio de asistir a un concierto en la iglesia del Monasterio de las Descalzas.
Babelia
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