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Francia pone en marcha un fichero con las huellas genéticas de los delincuentes sexuales El acceso a los datos, que se guardarán 40 años, estará en manos de la policía judicial

El Consejo de Estado francés dio ayer el visto bueno definitivo al decreto que crea el Fichero Nacional Automatizado de Huellas Genéticas (FNAEG). El acceso a estos datos dependerá del Ministerio del Interior, mientras que la organización del fichero corresponderá al Tribunal de Apelación de París, que siempre podrá consultarlo. El archivo guardará durante 40 años todas las huellas genéticas identificadas en la víctima de un delito sexual (violación, abuso, pedofilia...), y también las de personas condenadas por haber cometido un crimen de esa especie.

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Sobre el papel, las huellas genéticas que se encuentran en el ADN de las personas -en su piel, saliva, cabellos, esperma, uñas, etcétera- permiten identificar a un individuo con un margen irrisorio de error -uno por 6.000 millones- y pueden sobrevivir muchos años conservadas en condiciones no muy exigentes, pues resisten hasta 90º centígrados y siguen siendo legibles varios siglos después.Una ley de 1998 ya permitía utilizar los datos genéticos conservados en el instituto de investigación de la policía, pero esa autorización estaba pendiente de que el Consejo Constitucional diese total validez al decreto. Tanto la ley como el dictamen del Consejo insisten en la obligatoriedad de destruir las huellas genéticas de hipotéticos sospechosos. Sólo se guardarán las de condenados o las de desconocidos, para prevenir crímenes sexuales y favorecer la protección de menores. Cuando el condenado cumpla 80 años, las huellas serán destruidas.

La policía científica francesa ha logrado en los últimos años diversos éxitos gracias a las huellas genéticas. Un asesino en serie parisino fue identificado y detenido en 1998, gracias a la comparación de los rastros genéticos encontrados en tres víctimas, violadas antes de ser asesinadas.

Recientemente el caso de un joven asesino de tres mujeres, dos de ellas en un tren, también se ha resuelto deprisa por los datos que proporcionó la sangre del asesino, hoy pendiente de extradición en Lisboa. Y, en un sentido inverso, las huellas genéticas han probado la inocencia de algunos sospechosos detenidos por razones estrictamente ideológicas -no tener domicilio, la pobreza, su carácter asocial, etcétera-. En el confuso caso del asesinato de Caroline Dickinson, joven violada y muerta en un cuarto en la que dormían varias compañeras que nada oyeron, la decisión judicial de tomar las huellas genéticas de todas los pueblos vecinos no ha servido aún para hallar al culpable.

El Reino Unido guarda, aunque no exhaustivamente, desde 1995 información genética de algunos delincuentes en un archivo del Servicio Científico Forense, un organismo independiente, informa Isabel Ferrer. Las muestras, en su mayoría de saliva, pertenecen "a toda clase de criminales, no sólo sexuales". Este archivo puede ser consultado por la policía.

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