Catarsis en las filas del gaullismo con una víctima propiciatoria

La unanimidad con que las diferentes familias del RPR han suscrito la sanción dictada contra Jean Tiberi se explica por lo mucho que está en juego y por la imagen caricaturesca del candidato a la reelección. Perder la alcaldía de París no sólo supondría la eliminación del último bastión del chiraquismo, sino la antesala probable de posteriores derrotas en las elecciones generales y presidenciales, programadas para 2002.La alcaldía de París, dominio exclusivo de la derecha desde su creación, en 1977, hasta ahora, representa, pues, el terreno de esa primera vuelta virtual en la que deben medirse las fuerzas. La derrota en el feudo que dirigió hasta 1995 minaría, sin duda, las posibilidades de reelección del actual presidente de la República, Jacques Chirac, y socavaría su liderazgo en el conjunto de la derecha. Ante la importancia del envite, la derecha encuentra insoportable la contumacia de un candidato condenado por ella de antemano y del que ya intentó desprenderse, sin éxito, el pasado año. El hombre a quien Jacques Chirac entregó la alcaldía ha cargado con el mayor fardo de las pasadas corruptelas detectadas en el Ayuntamiento: empleos ficticios, falsos electores..., hasta el punto de que es visto como el pillo oficial del sistema. Despreciado y acosado por sus correligionarios, perseguido por los mismos jueces que detienen sus pasos ante el portón del Elíseo (sede de la Presidencia), Jean Tiberi se ha revuelto contra el intento de hacerle cargar en solitario con las culpas del pasado.

Es un enemigo peligroso porque se siente humillado, porque guarda la memoria de aquellos largos años de complicidades y porque, como él dice, parece dispuesto a todo, con tal de impedir que sus compañeros le sacrifiquen en una acción catártica destinada a expurgar un pasado, sin duda, colegiado.

Durante su explosiva intervención pública de ayer, el alcalde no invocó ni una sola vez al hombre a quien ha proclamado una fidelidad sin fisuras, al que se jacta de haber ayudado en los momentos más difíciles.

Nunca se ahorra el comentario de que nació el 30 de enero de 1935 en el distrito V de París, el barrio latino, "en la misma clínica que Jacques Chirac". Ayer, por contra, aludió a las decisiones que se adoptan al margen del partido, "en los palacios del Estado", un detalle que no habrá pasado inadvertido en el Elíseo.

La ruptura parece consumada con la amenaza vertida repetidamente de que, pase lo que pase, competirá en las elecciones municipales, "no a partir del RPR", sino creando listas electorales "en torno al RPR". Y "con todos aquellos que rechazan las maniobras y los dictados". Las posibilidades de un acuerdo parecen remotas, pese a que parte de los dirigentes del RPR, incluida Michèlle Alliot-Marie, tuvieron cuidado en no hurgar en la herida de la humillación y el desprecio del alcalde. "Yo no continuaré siendo el chivo expiatorio", repitió.